La Selección de Estados Unidos cerró la última Fecha FIFA del año con un mensaje poderoso rumbo al Mundial 2026: está en su mejor versión en años. La goleada 5-1 sobre Uruguay, sumada al sólido triunfo 2-1 ante Paraguay, consolidó una racha invicta de cinco partidos que hoy coloca a Estados Unidos como una de las selecciones con mejor impulso en la antesala mundialista.
Desde aquella derrota en la Final de la Copa Oro ante México, el equipo estadounidense solo ha perdido un encuentro (0-2 ante Corea del Sur), y desde entonces no ha hecho más que crecer, encontrando un estilo ofensivo, dinámico y con personalidad.
Una racha que ilusiona rumbo al Mundial 2026
Los números de la Selección de Estados Unidos hablan por sí solos y alimentan el entusiasmo de una afición que espera dar un golpe importante en casa durante el Mundial. En sus últimos seis partidos, Estados Unidos registró:
- Estados Unidos 5-1 Uruguay
- Estados Unidos 2-1 Paraguay
- Estados Unidos 2-1 Australia
- Estados Unidos 1-1 Ecuador
- Estados Unidos 2-0 Japón
- Estados Unidos 0-2 Corea del Sur
Lo más llamativo es que Estados Unidos consiguió tres victorias consecutivas ante selecciones clasificadas al Mundial y anotó cinco goles a un rival no perteneciente a Concacaf por primera vez desde 2012, cuando goleó 5-1 a Escocia.
Además, con una alineación llena de suplentes, el cuadro norteamericano firmó una primera mitad histórica: cuatro goles contra una selección sudamericana, algo inédito para el cuadro norteamericano.
Brotes de figura y un proyecto que toma forma
El momento del equipo no solo se explica por los resultados, sino por el surgimiento de nuevos nombres. Freeman, Berhalter y Tessmann marcaron sus primeros goles internacionales, una señal de que la base del proyecto no depende de un solo jugador, sino de un grupo cada vez más amplio que pelea por un lugar.
Mauricio Pochettino, quien anunciará su convocatoria final en los próximos meses, estará pendiente de los últimos dos amistosos de marzo —probablemente ante Bélgica y Portugal— antes de tomar decisiones clave. La sensación es clara: Estados Unidos no solo llega fuerte, sino con identidad, competencia interna y un impulso que ilusiona en su camino al Mundial que organizará junto a México y Canadá.
