La NBA volvió a enviar un mensaje contundente sobre disciplina dentro de la liga, y esta vez el golpe lo recibió uno de los jugadores latinos más queridos por la afición: José Alvarado. El armador boricua de los New Orleans Pelicans fue suspendido por dos partidos sin sueldo, tras protagonizar una pelea en el duelo ante los Phoenix Suns, una acción que dejó más preguntas que respuestas.
El incidente ocurrió en el tercer cuarto de un partido intenso, físico y cargado de tensión. Alvarado, fiel a su estilo aguerrido, intentaba atravesar una pantalla para presionar al tirador Collin Gillespie, quien estaba teniendo una noche perfecta desde la línea de tres. En el forcejeo, el boricua empujó al pívot Mark Williams, acción que derivó en una falta señalada por los árbitros.
Lo que siguió fue una escalada rápida. Williams respondió con un empujón por la espalda, Alvarado se giró y ambos intercambiaron palabras, agarres y golpes con la mano derecha, antes de ser separados y expulsados. La NBA no tardó en actuar.
JOSE ALVARADO VS MARK WILLIAMS
— Pelicans Film Room (@PelsFilmRoom) December 28, 2025
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El castigo de la NBA y el impacto inmediato en Pelicans
La liga anunció que José Alvarado se perderá los partidos ante Knicks y Bulls, ambos sin recibir salario, mientras que Williams fue suspendido solo un juego. La diferencia en la sanción llamó la atención de muchos aficionados, especialmente entre la comunidad latina en Estados Unidos, que ve en Alvarado un símbolo de entrega y corazón en la cancha.
Para los Pelicans, la ausencia del boricua no es menor. Alvarado es energía pura, defensa intensa y liderazgo emocional desde la banca. Su suspensión deja un vacío justo en un tramo exigente del calendario.
Competitividad, cansancio y el lado humano del conflicto
El entrenador de Phoenix, Jordan Ott, atribuyó la pelea a la fatiga acumulada y a la intensidad de una gira complicada. “Estas cosas pasan cuando hay cansancio y se deja jugar más físico”, explicó tras el encuentro.
Más allá de la sanción, el episodio abre el debate sobre el límite entre pasión y control, especialmente para jugadores como Alvarado, cuya identidad en la NBA está ligada al esfuerzo máximo en cada posesión. El boricua no dio declaraciones, pero el mensaje de la liga fue claro: no hay excepciones, sin importar el nombre o la bandera.
Para la afición latina, queda la esperanza de ver pronto de regreso a “Grand Theft Alvarado”, con la misma intensidad, pero con una lección aprendida.
