La incursión de mujeres en el mundo laboral desde mediados del siglo pasado marcó el inicio del declive en tasas de natalidad, pero ahora son otros factores los que frenan a las personas en edad reproductiva para hacer el salto a formar una familia.
¿Cuál es la tasa de natalidad en México?
La tasa de natalidad en México es menor a dos hijos por mujer; a nivel mundial supera por poco ese número, por países como Níger o Angola, donde permanece superior a seis. Países como Alemania han implementado desde hace años subsidios para promover la natalidad, y han sido más aprovechados por la migración de países de bajo desarrollo que por los ciudadanos alemanes. Trump anunció hace meses un apoyo de $1000USD para los hijos de ciudadanos estadounidenses que nazcan entre 2025 y 2028, pero aun así no es suficiente para alzar la tasa de natalidad.
No solamente no estamos convencidos de la paternidad, el alto costo de la crianza parece ser el primer obstáculo; otros deciden tener hijos después de los cuarenta, porque la salud a esa edad ya lo permite, tanto de forma natural como recurriendo a la ciencia para un empujoncito con la fertilidad. Pero los países más desarrollados tienen una oferta histórica de entretenimiento, lo que nos pone a pensar si estamos dispuestos a dejar de viajar, ir a conciertos, divertirnos o simplemente distraernos antes de ceder nuestro descanso a la continuidad de nuestros genes.
El cambio en la dinámica de interacción en los jóvenes
Los jóvenes de ahora no interactúan como lo hacían nuestros padres. Si el conocer personas se daba de forma orgánica en la escuela, el trabajo o con amigos de familiares, desde hace más de dos décadas tenemos la ventana de interactuar con gente del otro lado del mundo a través de internet. Las historias de amor intercontinental se volvieron comunes, y los encuentros con gente de diferente contexto socioeconómico y edad son mucho más comunes y accesibles gracias a aplicaciones donde tu foto y una breve introducción son la carta de presentación. Una celestina moderna y sin tanto rollo. ¿Superficial? Quizás, ¿atractivo? Sin duda.
Pero las reuniones actuales de preparatorianos y universitarios ya no fomentan la
socialización como antes. Los lugares de encuentro se han reducido, la opción más práctica son los centros comerciales, que están saturados de personas. Muy atrás quedó la imagen del cortejo paseando por un parque o una feria. La pantalla ha devenido de portal a jaula, porque limita la interacción a emojis, palabras clave y likes. La generación Z, pero más aún, la generación Alpha que creció con teléfonos inteligentes y redes desde muy pequeños, viviendo meses de encierro por pandemia en una edad donde se forja el carácter y define la personalidad a partir de la convivencia, tienen un eslabón perdido en esas habilidades sociales. Y si se les dificulta convivir, acercarse a la gente y elegir una identidad arraigada como las tribus sociales que eran mucho más fuertes en el pasado, es lógico que la idea de formar una familia esté kilómetros fuera de su radar.
Irónicamente, es la misma tecnología que nos ha acercado al acortar distancias físicas, la que nos aleja unos de otros, aun en un espacio compartido.