Cuando una persona voltea los ojos mientras habla contigo, ese gesto puede decir mucho más de lo que parece. Según la psicología, este movimiento no verbal puede reflejar mucho más sobre lo que alguien siente o piensa en una conversación. Sin embargo, su significado puede variar según el contexto y la relación entre las personas.
Expertos en comportamiento no verbal del sitio web Metabolic dieron a conocer el acto de poner los ojos en blanco puede estar relacionado con emociones como el desinterés, la frustración o incluso la necesidad de evitar un conflicto. No obstante, también puede ser una muestra de concentración.
Aunque es un gesto automático e incluso inconsciente, los especialistas coinciden en que también puede implicar un reflejo de tu personalidad y transmitir sentimientos muy concretos.
Las cuatro emociones que revela el hecho de voltear los ojos al hablar
- Irritación contenida: si va acompañado de tensión en la mandíbula o respiración forzada, puede indicar molestia o enfado reprimido.
- Desprecio silencioso: en discusiones, entrecerrar los ojos junto con una sonrisa forzada o una ceja levantada puede transmitir superioridad o juicio.
- Incredulidad: cuando alguien no se cree lo que está escuchando, suele entornar los ojos como reacción automática.
- Cansancio o sobrecarga mental: en ambientes laborales o de estudio, puede surgir como un gesto de agotamiento, sin ninguna intención emocional detrás.

Así puede responderle a quien tiene este comportamiento
De acuerdo a expertos del portal Psicología y Mente, lo ideal es no reaccionar impulsivamente. Este gesto puede ser molesto o parecer una falta de respeto, pero responder con calma permite mantener el control de la situación, por lo que es fundamental:
- Mantener la calma: respirar y evitar responder con otro gesto negativo. Mostrar serenidad transmite seguridad y madurez.
- Pregunta directamente, pero con tacto: invita al diálogo sin confrontar.
- Usa el humor (si es apropiado): en un contexto informal, un comentario ligero puede romper la tensión.
- Establece límites: si el gesto es constante y lo hace sentir incómodo, es válido marcar distancia o dejar claro que ese comportamiento no es aceptable.
- Evaluar el contexto: a veces no es un signo de desdén, sino una reacción inconsciente o de cansancio.














