A seis meses del inicio de la Copa Mundial de la FIFA 2026, legisladores de California expresan creciente preocupación por temas que podrían empañar el evento deportivo más grande de la historia: las visas para aficionados extranjeros, el veto migratorio del gobierno Trump y los altísimos precios de boletos, que en algunos casos superan los $40,000.
Con un impacto económico estimado de $30.5 mil millones, el torneo que se disputará en Estados Unidos, México y Canadá promete beneficios históricos. Sin embargo, la presión política se ha intensificado en California, que teme que fallas en migración, seguridad e infraestructura afecten al estado y a los millones de aficionados.
Visas complicadas, veto migratorio y presión política
Las visas para el Copa Mundial de la FIFA han sido uno de los puntos más críticos. Aunque la administración Trump lanzó el programa PASS, diseñado para agilizar citas consulares para poseedores de boletos, persisten demoras y restricciones que afectan especialmente a países como Irán y Haití, ambos clasificados al torneo.
Legisladores como Alex Padilla y Sydney Kamlager-Dove advierten que negar visas contradice el espíritu del torneo y pone en riesgo la imagen de Estados Unidos como anfitrión. Más aún, temen que decisiones migratorias “politizadas” terminen afectando delegaciones, aficionados y la reputación del país.
La preocupación se eleva ante el posible veto ampliado a más países, una medida que podría provocar tensiones diplomáticas y, según algunos congresistas, “comprometer el éxito del Mundial”.
Boletos carísimos y la controversia del 30% de FIFA
A la tensión migratoria se suma otra bomba: los precios desorbitados de boletos. Con un recargo del 30% en reventa impuesto por la FIFA, entradas para la final han alcanzado los $44,000, generando indignación entre fanáticos, legisladores y revendedores.
Comparado con Qatar 2022, donde el boleto más caro costaba $1,607, el salto es gigantesco. Para muchos en California —el estado con una de las mayores comunidades futboleras y latinas del país— el aumento es un golpe directo a la accesibilidad.
“Se siente como un abuso”, denunció Kamlager-Dove, pidiendo transparencia en la fijación de precios.
Mientras las ciudades sede continúan preparativos, la preocupación crece: visas tardadas, boletos impagables y amenazas de veto podrían empañar un evento que busca unir al mundo. Y California, una de las sedes principales, exige soluciones inmediatas.
