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El caos después del caos: Las inundaciones en Veracruz

Las inundaciones en Veracruz han exhibido una vez más la incompetencia de los gobiernos de Morena. Ni la gobernadora ni los alcaldes han sabido dar la cara.

El caos después del caos: Las inundaciones en Veracruz
Mientras tanto, la gobernadora de Morena, Rocío Nahle, minimizó los hechos, calificando el desbordamiento como “ligero”.
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Veracruz está inundado. Cuarenta municipios han resultado afectados, 22 de ellos con daños graves. El saldo hasta ahora es trágico: 29 muertos y 18 desaparecidos. Las lluvias del 9 y 10 de octubre provocaron que los ríos se hayan desbordado, los cerros estén debilitados y la gente en crisis.

Estamos en la parte final de la temporada de lluvias y, sin embargo, pareciera que el gobierno de Veracruz, gobernado por Morena, no lo sabía o no se preparó para ello.

Uno de los municipios más golpeados ha sido Poza Rica, en el norte del estado, donde el río Cazones se desbordó dejando calles enteras bajo el agua.

Después de la tragedia, el alcalde Fernando Remes, de Morena, recorrió las colonias afectadas a bordo de su camioneta de lujo, entre gritos y reclamos de los vecinos que lo acusaban de abandono. El edil, en lugar de ofrecer soluciones, culpó a la ciudadanía por tirar basura y contribuir, según él, al desastre. Difícil imaginar mayor falta de empatía frente a personas que lo perdieron todo.

Mientras tanto, la gobernadora de Morena, Rocío Nahle, minimizó los hechos, calificando el desbordamiento como “ligero”. Una declaración que contrasta con las imágenes de cientos de familias sobre los techos, sin alimentos ni ropa seca, esperando una ayuda que no llega o llega tarde.

Veracruz vive una emergencia humanitaria y, sin embargo, la respuesta institucional ha sido lenta, insuficiente y, en muchos casos, indolente.

Damnificados de Poza Rica exigen a Gobierno Federal apoyos tras inundaciones

El problema no es nuevo ni exclusivo del estado. Desde que en 2021 desapareció el Fondo de Desastres Naturales, mejor conocido como FONDEN, México se quedó sin un instrumento eficaz para responder ante desastres naturales.

El fideicomiso, que durante más de dos décadas permitió reconstruir viviendas, carreteras y escuelas tras huracanes, sismos o inundaciones, fue eliminado por Andrés Manuel López Obrador, bajo el pretexto de que “se prestaba a la corrupción”.

Una señal más de autoritarismo disfrazado de buenas intenciones. Ahora, la ayuda depende de la aprobación del presupuesto anual, que puede estar sometido a recortes, al guardadito que cada estado y municipio haga y a los seguros con cobertura para desastres naturales que igual cada uno contrate. Un mecanismo mucho más complicado y que retrasa la ayuda.

¿Qué pasó con el Fonden y por qué lo desaparecieron?

El costo de esa decisión lo pagan, una vez más, los ciudadanos. Veracruzanos que no solo enfrentan la inseguridad crónica del estado, sino ahora la pérdida total de sus hogares, autos, ropa y fuentes de ingreso. Sin comida ni agua potable, esperan una ayuda que llega a cuentagotas, mientras las autoridades estatales se refugian en el argumento de que las lluvias fueron “atípicas”.

¿De verdad los de Morena no esperaban lluvias intensas en un país donde el cambio climático agrava cada año los desastres naturales? ¿No aprendieron nada del huracán “Otis”, que hace apenas dos años devastó Guerrero y exhibió la lentitud del gobierno para reaccionar?

El gobierno federal eliminó el FONDEN con la promesa de acabar con la corrupción; pero sin el fondo, hoy no hay dinero para reconstruir, ni medicamentos, ni alimentos suficientes para los damnificados. Y en medio de la crisis, el mensaje oficial es el mismo de siempre: la culpa es del clima, de la basura, o de los gobiernos anteriores.

Lo cierto es que, mientras se justifican, la gente en Veracruz está sola. Sola con el agua hasta el cuello, con el lodo en sus casas y la desesperanza en los ojos. El discurso de austeridad y combate a la corrupción suena hueco cuando las familias no tienen qué comer.

Y una vez más, como en Guerrero, la pregunta es la misma: ¿cuántas tragedias más harán falta para que el régimen de Morena entienda que la prevención y la respuesta oportuna no son un lujo, sino una obligación?