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El gigante asiático no se deja intimidar: tensión militar y tecnológica con Estados Unidos

El desfile militar por el aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial estuvo repleto de simbolismo, esto en un momento clave de rivalidad y deterioro en las relaciones con Estados Unidos.

Amparo Castañeda
Del desfile militar a la guerra tecnológica contra Estados Unidos.|Especial
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El mensaje ha sido recibido por Trump, cuando este martes el presidente chino Xi Jinping encabezó un desfile militar esta semana vestido a la imagen y semejanza de Mao Zedong, respondió al mensaje de poder que lanzó Trump a mediados de junio con otro desfile militar en Washington por el aniversario del ejército estadounidense y su cumpleaños.

China enfatizó la resistencia contra el Japón imperial y cómo eso derivó en la contención de su poder, cuando el país nipón quedó del lado incorrecto de la historia por formar parte de los países del Eje en la guerra. La ausencia de países que pertenecieron a los aliados y en especial, de Estados Unidos, fue un mensaje directo, donde menoscabó su participación en la Segunda Guerra Mundial al no mencionarlos en su discurso. En ese mismo discurso lanzó un dardo que cruzó el océano Pacífico: en estos momentos o es un ganar ganar, o nada suma.

En el desfile hubo un despliegue de armamento, aeronaves hipersónicas, misiles nucleares y algo que no le falta a China, tropas impecablemente coordinadas al marchar. Fríamente calculado para suceder la Cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái, los invitados de honor fueron dos personas con quien mantiene distancia, pero son el foco del radar de Estados Unidos, Vladímir Putin y Kim Jong Un.

El último desfile militar que contó con la presencia de un dictador norcoreano fue en 1959, cuando Mao Zedong se flanqueó con Ho Chi Minh a la derecha y Nikita Jrushchov a la izquierda, en plena Guerra Fría con occidente.

Esta vez, Kim sí figuró a la izquierda de Xi, y a su derecha, Putin. Una especie de trinidad oriental que amenaza ideológica, económica y bélicamente el orden mundial actual. Narendra Modi asistió a la cumbre y se retiró antes del desfile, dejando implícito que es prioridad la cooperación económica e integración regional con su vecino, pero no va a sumarse a las muestras de solidaridad en este espectáculo retador hacia Estados Unidos.

China no se va a dejar intimidar, no ataca primero, pero no está solo.

La guerra tecnológica invierte los papeles

El viejo continente ha quedado atrás en el desarrollo tecnológico, la crisis migratoria y los estragos de la guerra entre Rusia y Ucrania han acentuado el avance de Asia en innovación y economía.

El último movimiento de Trump, donde le “otorgó” a Estados Unidos el 10% de la icónica Intel y apostar por una empresa que mantendría a su país liderando junto con Nvidia el negocio de los chips, es calificado como socialista. Criticaron al gobierno porque esto podría desincentivar la competencia y el libre mercado, al darle poder al gobierno sobre los medios de producción; de la misma forma que le exigió a Nvidia no venderle chips a China, que le darían ventaja en la competencia de la Inteligencia Artificial. Al final acordaron venderle de menor capacidad que antes, pero no sin pagarle una extorsión disfrazada de impuesto al gobierno estadounidense.

Mientras que China enaltece su historia y cultura como herencia de Mao, está invirtiendo recursos y atención a la industria nacional, con reducción de impuestos que tratan de impulsar la economía. Parecería a simple vista una inversión de papeles, pero fue un movimiento cauteloso de Trump porque el fortalecimiento de China amenaza con apoderarse nuevamente de Taiwán, la meca de los microprocesadores en la actualidad.

Tanto el intervencionismo gubernamental en los negocios como las demostraciones de poder, son una estrategia majestuosa en una reñida competencia por liderar un mundo muy diferente al de la época de la Guerra Fría, pero con un mismo poder en cuestión.