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Washington está observando la violencia política en México

La marcha de la Generación Z y las imágenes de la policía arremetiendo contra los manifestantes están en el ojo de Estados Unidos; ¿cambiará la relación?

Foto del periodista Armando Guzmán y de protestas en la CDMX de la Generación Z.
Las protestas y la violencia en México están en el foco internacional.|FIA / Reuters.
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El diario Wall Street Journal publicó la semana pasada un artículo de Mary Anastasia O Grady, en la que recordaba que en el último año ha habido 9 alcaldes asesinados en México.

Eso me lleva al título de esta columna de hoy: Washington está observando la violencia política en México. Y aquí hay que agregar, y “lo está haciendo con profunda preocupación”. Ya conoce usted a los estadounidenses, todo se les hace un problema crítico de seguridad nacional.

El problema es que, si nosotros vemos esto con la cabeza fría, algo que hemos aprendido a hacer recientemente, vamos a tener que coincidir. Porque usted estará de acuerdo en que tienen razón en Washington, para estar preocupados. Y tienen razón también, en pensar que esté es un problema que va a afectarles su “seguridad nacional”.

Antes en México estábamos acostumbrados a que nadie prestaba atención, o parecía no prestar atención a lo que ocurría internamente entre los mexicanos, pero, con toda franqueza, esos días se acabaron.

Hoy con el gobierno de Donald Trump hay un montón de nuevos funcionarios que llegaron con Marco Rubio, el actual Secretario de Estado y Asesor de Seguridad Nacional, que ven afectada y profundamente dañada la seguridad fronteriza mexicana. Por lo tanto, ven la posibilidad de que eso se filtre y contagie a Estados Unidos.

Sí, usted tiene razón en responder que a los estadounidenses les gusta asustarse con su vecino, cuando al mismo tiempo no se dan cuenta de que los problemas de narcotráfico y de estabilidad regional, ya no son exclusivos de México. Ahora, esas dos superbroncas están presentes también en la parte continental de la Unión Americana.

Algo que esto está provocando también, es que ahora los funcionarios estadounidenses están impulsando una mayor cooperación con el nuevo gobierno mexicano. El problema es que no todo acaba ahí. Usted debe saber que al mismo tiempo en el mismo seno de la política estadounidense se debaten posibles estrategias de intervención.

Los que siguen son aspectos clave de la perspectiva de Washington:

Se los comparto para que usted se dé cuenta de que es lo que está ocurriendo.

Cuando la gente en Washington habla de “Amenazas a su Seguridad Nacional” se están refiriendo a la violencia, impulsada principalmente por las organizaciones criminales poderosas de México.

Esto no sería visto como un problema enorme que sigue creciendo, si no fuera porque el crimen organizado en México se ve como un fenómeno que ha crecido en poder y en influencia.

Esto es lo que lo convierte en una amenaza directa para la seguridad de Estados Unidos:

El Departamento de Estado ha vuelto a emitir una nueva alerta de viaje de "Nivel 3: Mayor Precaución" para México, con advertencias específicas de "No viajar" a varios estados de alto riesgo debido a la delincuencia y los secuestros.

Mientras, al gobierno nacional en Washington no le queda más que apoyar a los esfuerzos mexicanos contra el crimen organizado y contra la delincuencia doméstica.

Eso le explica a usted porque la política oficial de Estados Unidos enfatiza darle todo el apoyo al gobierno mexicano en sus esfuerzos por combatir a los cárteles y restablecer el control interno. Esta circunstancia es especialmente a nivel municipal, que es el ámbito en el que los grupos criminales en México suelen ejercer más influencia.

Este apoyo implica el intercambio de inteligencia, pero “Ojo”, esto exige el fortalecimiento de las instituciones civiles policiales y judiciales de México, algo que el gobierno de Claudia Sheinbaum ha prometido, pero que está tardando mucho tiempo en cumplir.

En Washington, el Congreso está de regreso después de su aventura de cierre de 43 días. Ahora lo que usted verá y escuchará con mucha claridad serán las expresiones de preocupación entre demócratas y republicanos. Usted lo va a escuchar en los debates políticos, y prepárese, porque a esta gente le gusta decir cosas en estos debates que van a ser muy hirientes para México y los mexicanos.

Aquí, necesitamos enfatizar que a Estados Unidos le gusta decir que le preocupa el nivel de violencia y la influencia de los cárteles. Pero esta situación, francamente, ya saltó la frontera hace mucho tiempo.

Señoras y señores, hay que reconocerlo. La violencia de los carteles ya cruzó la frontera desde hace tiempo:

Hoy los carteles mexicanos, y sus asociados en Estados Unidos, representan una amenaza significativa para las comunidades estadounidenses y las policías de todos tipos y niveles de este lado de la frontera.

Si bien, debido a las estructuras policiacas estadounidenses, gran parte de la violencia extrema a gran escala se concentra en México, las agencias estadounidenses confirman que los cárteles operan extensamente dentro de Estados Unidos y son responsables de diversos delitos violentos.

La marcha de la “Generación Z” y el enfrentamiento con la policía antimotines:

A pesar de todo lo que le acabo de reseñar, muy pocas veces lo que ocurre en México tiene cobertura de prensa tan amplia como las demostraciones de los jóvenes de este pasado fin de semana y la represión brutal de la policía antimotines contra ellos.

Las críticas ácidas contra la presidenta Claudia Sheinbaum en la prensa internacional y en la de Estados Unidos, no se habían visto nunca antes. En la prensa estadounidense, en la europea, hasta en la prensa australiana, las críticas a la presidenta han sido fuertes.

La presidenta, por su parte, cuestionó la motivación de la manifestación, afirmando que la protesta era “inorgánica" y “pagada” y alegando que se trataba de un movimiento promovido por opositores de derecha o “desde el extranjero”.

Aun así, Sheinbaum aún mantiene un alto índice de aprobación general superior al 70% en México:

En Estados Unidos, a Sheinbaum se le juzga a través del prisma de su relación con el presidente Trump, particularmente en lo que respecta al comercio, la seguridad fronteriza y los esfuerzos antidrogas como el fentanilo.

Curiosamente, su alta popularidad en México se ha atribuido en ocasiones a su postura firme contra Estados Unidos en ciertos casos.

Pero ahora no hay que ignorar que el posible impacto negativo en la percepción de Estados Unidos por la cobertura mediática, narrando el uso de gases lacrimógenos por parte de la policía contra las protestas estudiantiles suele ser negativa, tanto en Estados Unidos, como a nivel mundial.

Si la cobertura internacional se centra en la represión, esto seguro dañará aún más la imagen presidencial en los círculos políticos y mediáticos estadounidenses, especialmente entre quienes ya critican sus políticas.

La imagen y la percepción pública del presidente Trump están moldeadas por un entorno político altamente polarizado y un historial de acciones controvertidas, tanto a nivel nacional como internacional.

Las protestas en México se centran en la seguridad interna y la corrupción, mientras que los temas de mayor repercusión recientes de Trump suelen girar en torno a la política económica, los aranceles globales o las negociaciones específicas sobre la frontera entre Estados Unidos y México.

Pero cuidado porque hay otro encuadre político a considerar:

Los partidarios de Trump están ya usando los sucesos en México para criticar al gobierno de Sheinbaum por inestabilidad, por una mala gestión de la seguridad, y por la percepción generalizada de que ella solapa a la corrupción de las figuras más importantes de su partido político.

Los opositores de Trump están señalando que los enfrentamientos con los jóvenes mexicanos en su propia capital nacional implican una represión gubernamental contra la disidencia.

La verdad es que la difusión masiva de los sucesos del fin de semana representa un revés para la imagen de Sheinbaum en materia de seguridad.

Sin embargo, el presidente Trump que es naturalmente también muy controvertido por estar siempre bajo escrutinio internacional, entiende lo que es gobernar con alta disidencia.

Para Trump esté es un problema interno en México, y aunque grave, podría NO superar las opiniones profundamente arraigadas del presidente estadounidense sobre Sheinbaum. En otras palabras, mientras Trump no se voltee contra Sheinbaum, la relación institucional de México con Estados Unidos no cambiará.