Que hay que tomar agua a diario todos lo sabemos, pero ahora un grupo de científicos británicos confirmó algo que no estaba en el radar: beber poca agua provoca que el cuerpo ande por la vida con poca hidratación, entonces la respuesta al estrés se dispara.
El trabajo fue realizado por la Universidad John Moores de Liverpool, en Inglaterra, y salió publicado en el Journal of Applied Physiology. A continuación, presentamos los detalles.
¿Qué hicieron los investigadores y qué hallaron?
El diseño fue simple: dos grupos de adultos, unos que apenas llegaban a un litro y medio de agua al día y otros que cumplían con lo recomendado. Luego vino la parte incómoda: una entrevista improvisada frente a un panel con bata blanca, cámara encendida y, para rematar, un reto de matemáticas rápidas.
La escena, según los propios investigadores, era estresante para cualquiera. Y sí, todos presentaron señales físicas parecidas: palmas sudorosas, pulso acelerado, boca seca.

La diferencia estuvo en las muestras de saliva: los que bebían menos agua registraron picos mucho más altos de cortisol, la hormona del estrés. Y aquí lo curioso: no tenían más sed que los demás. El cuerpo estaba bajo presión sin que ellos lo notaran.
¿Cuánta agua recomiendan las guías oficiales?
La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria marca como referencia 2,5 litros diarios para los hombres y 2 litros para las mujeres. En Reino Unido, la famosa Guía Eatwell habla de entre 1,5 y 2 litros, lo que se traduce en seis u ocho vasos.
Obvio, estas cifras cambian con el calor, el ejercicio, el embarazo o la lactancia.
Los investigadores señalan que cumplir con estas cantidades no solo ayuda a que el organismo se mantenga en equilibrio, también podría moderar esas respuestas exageradas a lo que llaman “microestresores”: desde un atasco en el tráfico hasta la presión de una presentación laboral.
¿Por qué este hallazgo merece atención?
El cortisol funciona como una alarma interna. Si se prende seguido y no baja, puede relacionarse con problemas como hipertensión, diabetes e incluso depresión. Por eso la recomendación suena sencilla pero poderosa: hidratarse bien cada día.
No es un remedio milagroso, pero sí una costumbre fácil y barata. En resumen, llevar siempre una botella de agua puede ser una de las maneras más simples de mantener el estrés bajo control. Y ahora, además, la ciencia lo respalda.