Si tienes un perro en casa, seguro te lame las manos o la cara, y probablemente pensaste: “aww, me ama”. Pero... ¿y si no es así? Resulta que ese gesto tan común podría tener un motivo completamente distinto, y lo dice una especialista en comportamiento canino.
Puede que a veces los lamidos sean cariño… pero no siempre. De hecho, podrían ser una señal de incomodidad, incertidumbre o incluso una advertencia. Así lo explica Alba Fernández, fundadora de Olfateando el Mundo, a La Nación.
Entonces... Cuando un perro lame al dueño, ¿qué significa?
Durante años nos dijeron que los lamidos eran una muestra de amor incondicional, pero según la experta, es un error interpretarlo así todo el tiempo. “Cuando un perro te chupa las manos, a menudo está diciendo: ‘esa mano me está preocupando, quiero saber dónde la vas a poner’”, señala Fernández.

Es decir, el perro no está siendo cariñoso necesariamente, sino que puede estar intentando procesar algo que le genera duda, incomodidad o nerviosismo. Es una forma de explorar, de entender lo que está pasando… pero no siempre con emoción positiva.
¿Cómo saber si mi perro me lame por cariño o por incomodidad?
La clave para saber si tu perro te lame por cariño o incomodidad está en observar su lenguaje corporal. La experta propone un ejercicio sencillo: Acércale lentamente la mano y fíjate en cómo reacciona.
- Si se relaja, mueve la cola o busca más contacto, lo más probable es que lo disfrute.
- Pero si te lame de inmediato, se tensa, evita la mirada o gira la cara, puede que esté incómodo y no sepa cómo expresarlo de otra forma.
Muchas veces no entendemos estos signos porque humanizamos su comportamiento. Mientras que un gruñido o un ladrido los identificamos como advertencias, ignoramos otros gestos sutiles como bostezar, relamerse o girar la cabeza.

Y esto hace que el perro aumente la intensidad de su comunicación... hasta que lo notamos cuando ya es tarde.
¿Qué hacer si mi perro lame mucho?
Si tu perro no para de lamer todo, lo que debes hacer es observar. Entender su lenguaje y no dar por hecho que todo es afecto. Si tu mascota empieza a lamer de forma repetitiva, haz una pausa y analiza su entorno: ¿Está nervioso? ¿Llegó alguien nuevo? ¿Le hiciste un movimiento brusco? Todo eso puede influir.
Fernández concluye que prestar atención a estos detalles fortalece el vínculo humano-perro, y previene situaciones de estrés o reacciones indeseadas.