¿Te has preguntado alguna vez cuál es el origen de los nombres de colores en español? ¿Por qué llamamos “azul” al azul y “amarillo” al amarillo? La lingüista Cristina Tabernero, profesora de filología en la Universidad de Navarra y experta en la historia del idioma castellano, nos ofrece respuestas a estas intrigantes preguntas. A lo largo de estas líneas, exploraremos el inicio de estos términos y desvelaré los secretos detrás de su designación.
¿Cuál es el origen de los nombres de los colores?
Rojo
El término “rojo” tiene su origen en el adjetivo latino “russus”. Sin embargo, para los romanos, “russus” se refería a un matiz específico de este tono, es decir, un rojo intenso y fuerte, así lo señala la lingüista Cristina Tabernero. Curiosamente, el uso de la palabra “rojo” en español no aparece documentado hasta el siglo XV; antes de esa época, existían otros términos para describir este color. Las palabras más comunes eran “bermejo”, junto con “colorado” y “encarnado”.
Naranja
El nombre del color naranja proviene del persa, que originalmente se utilizaba para referirse a las naranjas, las frutas que conocemos en la actualidad. Es decir que, en realidad, el naranja no comenzó como un color en la lengua española; sino que fue adoptado de un término árabe que también derivaba del persa y que designaba la fruta. Con el tiempo, este vocablo pasó a ser un adjetivo que describe a esta tonalidad. Así que, curiosamente, fue primero una fruta antes de convertirse en un color.
Amarillo
El adjetivo “amarillo” también tiene raíces latinas; proviene de la palabra “amarĕllus”, que se deriva de “amarus”, significando amargo. Esto plantea la pregunta: ¿por qué se asocia el amarillo con lo amargo? Según Cristina Tabernero, esto se relaciona con la ictericia, una condición que provoca una coloración amarillenta de la piel debido a un aumento de bilirrubina. Esta afección suele ser consecuencia de un mal funcionamiento en la secreción de bilis, conocida históricamente como humor amargo.
Verde
Cristina Tabernero describe el verde como un color vinculado a la viveza, juventud y vigor. Este color proviene del latín “virĭdis”, que no solo designaba el verde, sino que también significaba vigoroso o vivo. Este significado ha perdurado en el español actual; por ejemplo, se utiliza la expresión “estar verde” para referirse a alguien inexperto o joven. Así, el color verde sigue evocando cualidades de frescura y vitalidad.
Azul
El término “azul” tiene su origen en el persa y llegó al castellano a través del árabe. Los árabes usaban la palabra “lazawárd” para describir este color y también referían al lapislázuli, una piedra preciosa de intenso azul reconocida desde tiempos antiguos. La denominación del lapislázuli en persa era “lājvard”, y esta influencia cultural se refleja en cómo adoptamos el término azul en nuestro idioma. Este intercambio lingüístico demuestra cómo los colores pueden llevar consigo historias y tradiciones.
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Negro
En nuestra cultura contemporánea, consideramos el negro como un único color y contamos con un solo adjetivo para describirlo. Sin embargo, los antiguos romanos diferenciaban entre dos tipos de negro: mate y brillante. Según Tabernero, el castellano heredó el término latino para designar al negro brillante, “niger”, transformándolo en nuestro adjetivo actual. Igualmente existen muchas palabras en español que derivan de “niger”, como “denigrar”, que implica manchar o ennegrecer la reputación de alguien.
Blanco
El adjetivo blanco proviene del alemán y fue adoptado por el castellano durante la Edad Media, época marcada por las invasiones germánicas en la Península Ibérica. Se tienen registros documentales del uso de esta palabra desde el siglo XII. Antes de esa adopción lingüística, se utilizaba el término “albo”, derivado del latín romano para designar este color. Aún hoy encontramos vestigios de ese antiguo “albo” en palabras como “alba”, que describe la luz blanquecina del amanecer o “álbum”, que se refiere a un libro con hojas blancas.