Un juguete puso en alerta a la Agencia Nacional de Seguridad de Estados Unidos. Aunque se creó como un accesorio de entretenimiento para niños, al mezclar las características de un peluche y de las muñecas parlantes que revolucionaron el mercado, los expertos mantuvieron la vigilancia sobre su desempeño.
¿Sabías que los niños son más susceptibles a ver lo paranormal?
Todo comenzó en 1997, cuando Dave Hampton y Caleb Chung conocieron por primera vez un invento que revolucionó el mundo de los juguetes. Se trató del tamagochi, un ser virtual del que los pequeños debían estar pendientes de manera constante para sus cuidados. Pero ellos querían ir más allá y buscaron el contacto físico con un juguete.
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Así, se atrevieron a desarrollar el Furby, denominado en un primer momento como Furball, que significa bola de pelo en inglés. Este juguete tenía la peculiaridad de que contaba con su propio lenguaje: una mezcla de distintos idiomas, como el japonés, el tailandés, el chino o el hebreo.
¿Qué fue lo que alertó a los expertos sobre el Furby?
El Furby salió a la venta en octubre del 1998 y tuvo un gran recibimiento por parte del público. En su primera semana, logró más de 35,000 pedidos, que se dispararon hasta superar el millón y medio en los tres meses siguientes. Un año después, había conseguido superar 14 millones de ventas.
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Pero este juguete contaba con una propiedad que alertó a los expertos de la Agencia Nacional de Seguridad de Estados Unidos. Y es que el Furby tenía la capacidad de repetir todo aquello que escuchaba de los humanos. Por este motivo, decidieron emitir un comunicado en el que se solicitó que los trabajadores no llevaran este animal tecnológico al trabajo, por miedo a que se pudiera filtrar cualquier tipo de información que se procesara.
