No son “niños malos”. Sólamente están frustrados y aquí te decimos los motivos.

Los “Niños malos” son denominados de esta forma por presentar conductas agresivas; sin embargo, estas formas de comportarse no sólo vienen del aspecto biológico

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¿Cuántas veces hemos escuchado que existen niños “malos”? Aquellos pequeños que presentan conductas agresivas físicas y verbales son llamados de esta forma, ya que esos comportamientos son un obstáculo para el desarrollo de relaciones saludables con otros niños o sus padres. Pero ¿Qué lo provoca?

Para hablar de este tema es necesario pensar más allá del “Así nació” y tomar en consideración los factores de su entorno, es decir, las causas que provienen del espacio donde se desarrolla el niño o niña, así como factores emocionales. Es por esta diversidad de circunstancias que existen diferentes explicaciones acerca del origen de dichos comportamientos, aunque la más aceptada por los especialistas es la falta de tolerancia a la frustración.
¿Frustración infantil?

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Este tipo de frustración es cuando el infante se ve imposibilitado de satisfacer un deseo y la única forma que tiene para disminuir la sensación es a través de generar “dolor” a la persona u objeto causante de esa sensación, lo cual se ve ejemplificado cuando el niño golpea sus juguetes si éstos lo han lastimado.

Por esta razón, si el niño o niña vive con situaciones frustrantes frecuentemente, la agresividad y las conductas negativas irán en aumento, pues es la única forma en la que pueden sacar esa energía que no pueden gastar cuando son reprimidos.

Otro factor importante para el desarrollo del comportamiento es el círculo familiar, dado que si los padres expresan conductas agresivas en frente del niño, éste puede imitarlos sin la necesidad de sentirse frustrado y hacerlas propias.

Por todo esto, a menudo los niños pueden desarrollar un comportamiento agresivo, pero el hecho de que éstas se vuelvan una constante depende del entorno en donde se desarrolla. Si el niño estalla en gritos para conseguir algo que no le es dado y el padre accede a dárselo, el pequeño continuará con ese método para conseguir lo que quiere, al contrario de que el juguete le sea negado y busque otras formas más saludables para conseguir lo que desea.

Para evitar este tipo de comportamientos, se recomienda:


· No causar al infante más frustraciones de las que sean necesarias o inevitables.

· No recompensar jamás las conductas agresivas.

· No exhibir las conductas agresivas en su presencia.

· Procurar sus necesidades básicas y en lo posible darles satisfacción.

· Potenciar el juego.


Este último punto hará que el niño o niña libere la energía, a la vez de que aprende a estar con otros niños, ser parte de un grupo, acepta un rol, crea un sentido de pertenencia, se desarrolla de manera psicomotriz, entre otros. Por tanto, en Juguetón creemos que el juego es una actividad que todo niño y niña debe realizar siempre para un buen desarrollo, por lo que fomentamos la donación de juguetes en todo el país para lograr miles de sonrisas.

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Lo anterior, se debe que el juego fortalece la habilidad de solucionar problemas bajo presión y aumenta la creatividad de los menores, pues mediante éste entienden la realidad que los rodea y aprenden a comunicarse con otros infantes. Asimismo, establecen objetivos y aprenden de los fracasos y éxitos.

Si con todo lo mencionado, la agresividad continúa en su comportamiento y sin perspectivas de cambiar, será necesario considerar ayuda psicológica para tratar un posible trastorno en el carácter mucho más profundo. En México, de acuerdo con INEGI, hay 38.5 millones de niñas, niños y adolescentes, de los estudios sobre la prevalencia de trastornos psiquiátricos en niñas, niños y adolescentes establecen entre 14 y 20 por ciento de casos , de los cuales 7 por ciento son severos.

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