Liliana Pérez vive una pesadilla desde la madrugada del 28 de febrero de 2024, cuando sujetos armados, vestidos con uniformes de la Fiscalía y la Sedena, irrumpieron en su domicilio en el poblado de Salvador Urbina, Chiapa de Corzo, y se llevaron por la fuerza a sus dos hijos, quienes siguen desaparecidos en Chiapas.

El mayor, de 20 años, era militar activo; el menor, de 16, aún estudiaba. Según relata Liliana, los hombres golpearon y esposaron a sus hijos, mientras revisaban su casa y se llevaban los uniformes del mayor.

“Se lo agarran de los cabellos, lo tiran al piso, esposado, con armas. Se dieron cuenta de sus uniformes y le dijeron: ‘Eres guachito’”, recuerda Liliana. Pero lo peor vino después.

Mientras ella intentaba entender qué estaba pasando, uno de los agresores lanzó una advertencia que la marcó para siempre: “Tú vas a cooperar. No pongas denuncia en la Fiscalía. La Fiscalía trabaja para nosotros, el C5 trabaja para nosotros. Si lo haces, las consecuencias las van a pagar tus hijos”.

Las desapariciones se disparan en Chiapas

El caso de Liliana es solo uno de miles. De acuerdo con cifras del Registro Nacional de Personas Desaparecidas, durante el sexenio de Rutilio Escandón, las desapariciones aumentaron 1,109% en Chiapas.

Estos datos fortalecen la hipótesis de que grupos criminales operaron con protección desde dentro del gobierno, en complicidad con exmilitares y funcionarios.

De hecho, según filtraciones de la investigación Guacamaya Leaks, exelementos del Ejército Chiapaneco habrían trabajado con una organización delictiva durante ese periodo. Aunque el entonces fiscal Jorge Luis Llaven negó la presencia de ese grupo, se confirmó la detención de más de 250 servidores públicos —entre policías, agentes y funcionarios— con vínculos con el crimen organizado.

Una madre que no se rinde en la búsqueda de su hijo desaparecido

Desde entonces, Liliana se unió al colectivo Madres en Resistencia. Recorre caminos, pega fichas, clama justicia y exige lo mínimo: encontrar a sus hijos. Pero el dolor se multiplica al sentir que las autoridades no solo no ayudan, sino que la juzgan. “Más dolor te causa cuando las mismas autoridades, en vez de apoyarte, te juzgan”, lamenta.