TENERÍAS JUÁREZ: la resistencia del curtido de piel, ante la invasión de lo sintético

Con procesos artesanales, aromas que evocan el pasado y generaciones de curtidores que mantienen vivo un legado familiar, este taller es una cápsula del tiempo. Así se vive el curtido de piel en pleno siglo XXI.

Fachada de tienda que curte piel
Tenerías Juárez, curtiduría desde hace más de un siglo, transforma la piel de animales en cuero, que es usado en la fabricación de infinidad de productos.|Fernanda Ortega

Escrito por: Fernanda Ortega

El centro de Toluca es más que carros, calles llenas de baches, edificios gubernamentales y el Cosmovitral. A unas cuantas cuadras de aquel bullicio provinciano, las puertas de Tenerías Juárez, especialista en curtido de piel, se abren para iniciar una jornada más. Son las siete de la mañana, y Roberto, uno de los dueños, recibe a don Ángel, Benjamín y Noé, los tres curtidores que trabajan en la tenería desde hace más de 20 años.

Como todas las curtidurías de antaño que se ubicaban en el centro de la capital del Estado de México, la propiedad se encuentra a un lado del ahora embovedado Río Verdiguel.

El arte del curtido de piel: entre tambores de madera, cascalote y paciencia

La mezcla de olores fuertes de sal, piel y químicos adornan el ambiente al entrar a la fábrica, aromas que persisten desde hace más de 110 años, cuando Antonio y Leonor, abuelos de Roberto, decidieron abrir su propia curtiduría. Los juegos de luces y sombras que se ven en la edificación, aunados al eco de los ruidos de la maquinaria, que podrían parecer tétricos para niños y gente con temor a las cosas del más allá, también forman parte de la atmósfera.

Roberto pertenece a la tercera generación de curtidores de su familia. Junto a sus hermanos Alejandro y Antonio, estuvieron cerca del negocio desde muy jóvenes, pero tras el fallecimiento de este último, hace 19 años, Roberto y Alejandro estuvieron más de lleno junto a Benito, su padre.

Curtidores de piel, legado familiar
Don Ángel, Benjamín, Noé y Roberto, forman parte del equipo de curtidores de Tenerías Juárez|Fernanda Ortega

Generaciones de curtidores: un oficio que se hereda con orgullo

Así como otros oficios de antaño, el proceso de la curtiduría se ha mantenido con muy pocos cambios, añadiendo máquinas más nuevas, materiales amigables con el ambiente y reciclando sus curtientes vegetales, pero conservando la magia de la tradición. “Casi todo el proceso se hace en madera para que no se guarden olores, colores y químicos que puedan afectar otros pasos”, cuenta Roberto, desde su oficina, la cual se ha mantenido en el mismo lugar durante al menos los últimos 30 años.

Dentro de tenerías Juárez, puros hombres trabajan, y el más joven de ellos es Luis, quien de los 38 años que tiene, 15 los lleva en el negocio de su familia. “Soy de la cuarta generación de curtidores”, platica, pero aunque conoce el proceso de las pieles a la perfección, él se dedica a vender los productos terminados, en Holcan, la tienda de artículos de piel de Tenerías Juárez. Su parte favorita es el diseño de las chamarras y pantuflas, inspirado en las tendencias actuales, además de hacer modelos personalizados.

Arte en piel, los curtidores
Luis y Roberto, 4° y 3° generación de curtidores en su familia, se involucran en todo el proceso de la piel, desde su llegada hasta la venta de productos terminados|Fernanda Ortega

De residuos a diseño: pieles transformadas en chamarras, zapatos y más

La acción de “curtir” está íntimamente relacionada al tiempo. Cuando dicen que alguien está curtido, es porque en un periodo de días, meses, o incluso años, pasó por un proceso doloroso pero logró sobrellevarlo. Logró adaptarse y el dolor ya no lo siente.

En el caso de las pieles, desecho para muchos carniceros de la región del Valle de Toluca, pero materia primordial para los curtidores, son sometidas a un detallado proceso. Lento y de mucha paciencia pues se debe ser cuidadoso con el acabado, el paso más complicado, a consideración de Roberto “porque si no se tiene bien la fórmula, se puede echar a perder la piel.”

Primero, son dos días en los que las pieles se humectan a través del remojo. Después, por tres días se meten a pelambre, es decir, un procedimiento en el que con sulfuro y cal, se retira el pelo y cualquier suciedad. Terminado el tiempo, se desencalan las pieles y se introducen a unos tambores de madera, enormes cilindros giratorios que facilitan el proceso de curtido con ácidos, sales y cascalote, una vaina que actúa como conservador.

Proceso delicado para curtir la piel
Benjamín Pérez, curtidor de tenerías Juárez desde hace 25 años, saca las pieles del tambor, para continuar con su proceso de transformación|Fernanda Ortega

Entre aromas, sombras y máquinas: la atmósfera única de la tenería

Finalmente, los cueros se pintan atentamente, para evitar que se manchen, y se dejan secar al exterior antes de lustrarlos. “Tardamos 15 días en hacer el trabajo de curtido, desde que llega en sal o sangre, como le llaman, hasta que ya está lista para ser usada en los productos”, platica Roberto.

¿Y qué tipo de pieles se curten en Tenerías Juárez? En sus más de 110 años han pasado desde los típicos cueros de res y borrego, hasta cocodrilos y pescados. Todas han servido para la maquilación de chamarras, bolsas, zapatos, pantuflas, cinturones y artículos de marroquinería como libretas y carteras.

Se puede trabajar la piel de todo tipo de animales
Después de 15 días de tratamiento, la piel curtida se hace cuero, listo para usarse en diversos productos|Fernanda Ortega

Tradición que evoluciona: sostenibilidad y diseño en piel mexicana

A pesar de que la curtiduría ofrece productos duraderos, la industria de la piel se ha visto afectada en las últimas décadas tras la llegada de mercancía china y de cuero sintético, de tal manera que en ciudades como León, las tenerías han reducido su producción hasta un 50%, además de implementar recortes de personal.

Aunque los chinos ofrecen precios más bajos, la calidad de los productos es limitada, tal como lo asegura Roberto, “la gente se acostumbra a gastar menos, por ejemplo, un calzado de plástico, aunque es barato, le hace mucho daño al pie; provoca hongos y lo lastima. En cambio, el calzado de piel es mucho más amigable porque es suave y natural. Y de la durabilidad, ni hablar, pues una chamarra con los cuidados adecuados, puede conservarse hasta por 40 años.”

Hermosas prendas hechas con piel
Chamarra de borrega y piel, uno de los modelos que venden en Holcan, la tienda de Tenerías Juárez|Fernanda Ortega

Ni la invasión china, ni la obsesión mundial por el fast fashion, ni la misma pandemia, han conseguido que Roberto y su familia hayan considerado siquiera ponerle fin al negocio, pues él lo sabe “muy noble y satisfactorio”. Sin embargo, preferiría que sus hijos se dedicaran a lo que estudiaron, “porque les puede ir mejor.”

Y es que tanto Roberto como su sobrino Luis saben que el oficio de curtidor podría estar en peligro de extinción. Lo ven en la gradual baja de producción y en la competencia de lo sintético. Sin embargo, siguen en pie, conscientes de que cada pieza que hacen es también un acto de resistencia ante lo efímero, ante lo desechable.

Piel curtida compite con sintéticos
La calidad de la piel curtida, ha sido desplazada en los últimos años por materiales sintéticos, generalmente provenientes de China.]|Fernanda Ortega

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