Salir a la calle, ir a la escuela o cumplir con la jornada laboral se ha convertido en un verdadero riesgo en México. El crimen organizado y el narcotráfico se han expandido de manera alarmante en los últimos años, en gran medida gracias a la complicidad de quienes gobiernan.
El investigador asociado del CESIG/ITAM, Manuel Balcázar, lo advierte con crudeza: “Viene una etapa simbiótica donde Estado y crimen son exactamente lo mismo. No se entiende al Estado sin el crimen y el crimen sin Estado”.
La crítica internacional: The Wall Street Journal señala omisiones
Uno de los periódicos más influyentes del mundo, The Wall Street Journal (WSJ), publicó un artículo de opinión en el que aborda esta crisis que los mexicanos conocen de primera mano.
Durante el sexenio pasado, con la política de “abrazos, no balazos”, la delincuencia creció sin control. El combate a los cárteles fue débil, lo que permitió que los grupos criminales incrementaran su fuerza y su influencia en diversas regiones del país.
En este contexto, Manuel Balcázar recordó: “Con López Obrador esa cercanía empieza a ser cada vez más abierta. No duda en reunirse con la mamá de Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán; no duda en ir cuantiosas veces a Badiraguato, Sinaloa”.
Ciudadanos y empresas, los grandes perdedores
El WSJ sostiene que los mexicanos se convirtieron en víctimas de la represión de las turbas criminales. Ninguna empresa, asegura el diario, está a salvo de las redadas, tiroteos o presiones de los cárteles.
La violencia no solo ha impactado la seguridad personal, sino también la estabilidad económica, con compañías que se ven obligadas a pagar extorsiones o reducir operaciones para evitar ser blanco del crimen.
Política y narcotráfico: vínculos peligrosos
La publicación también recuerda el caso de Hernán Bermúdez Requena, señalado como líder del grupo criminal La Barredora, quien habría pertenecido al partido fundado por López Obrador y formaba parte de su círculo político.
El señalamiento refuerza lo dicho por Balcázar: “Varias organizaciones criminales se dedicaron a financiar campañas y grupos políticos”. Una afirmación que abre la puerta a cuestionar hasta qué punto el poder político ha sido respaldado por intereses criminales.
El artículo de The Wall Street Journal no revela nada nuevo para los mexicanos, pero sí subraya algo fundamental: la violencia y la corrupción no son hechos aislados, sino parte de un entramado en el que el crimen organizado ha encontrado refugio en la política.
La conclusión es dura pero clara: el narcotráfico en México se fortaleció gracias a la complicidad de la clase gobernante, mientras los ciudadanos siguen pagando las consecuencias de un país donde la inseguridad se ha normalizado.