Han pasado casi dos décadas desde que la película El Diablo Viste a la Moda se convirtió en referente obligado para cualquiera que haya pisado una redacción, haya amado las pasarelas o simplemente haya suspirado por el icónico “eso azul cerúleo”.
Se supone que, detrás de Miranda Priestly, la editora más temida de la ficción, está la figura real de Anna Wintour, editora de Vogue y símbolo absoluto de autoridad en la moda. Pero más allá de la ficción, la película dejó algunas lecciones que siguen vivas en la industria… y todas apuntan a ella.
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¿Qué impacto real tuvo El Diablo Viste a la Moda en la percepción de Anna Wintour?
Aunque Anna nunca confirmó que Miranda Priestly fuera un retrato suyo, muchos no necesitaron una confesión oficial. Desde el peinado hasta la manera en que entra a una sala sin decir palabra, todo recuerda a Wintour.
Lo curioso es que, lejos de molestarle, la película ayudó a consolidar su imagen como autoridad suprema de la moda. Se volvió un personaje pop, frío pero fascinante, y eso, en vez de restarle, la volvió aún más icónica.
Además, El Diablo Viste a la Moda puso bajo la lupa el rol de las editoras: se entendió que detrás de cada portada había decisiones estratégicas, y que el estilo no era solo una cuestión de gusto, sino también de poder.
¿Cuáles son las lecciones de estilo más claras que dejó Anna Wintour a través de la película?
- El uniforme también puede ser chic. Anna demostró que un sello personal —como sus vestidos estructurados, los lentes oscuros o las faldas midi— puede ser más fuerte que seguir todas las tendencias.
- La moda comunica liderazgo. Desde cómo camina hasta cómo mira, todo en ella transmite seguridad. La ropa se convierte en herramienta de autoridad, sin perder elegancia.
- Ser temida no es sinónimo de estar mal vestida. La figura de Miranda/Anna enseñó que se puede ser exigente, perfeccionista y al mismo tiempo impecablemente vestida. No son cualidades opuestas.
- El minimalismo puede ser un statement. A pesar de estar rodeada de maximalismo, ella mantiene la sobriedad. Eso también es estilo.
- La moda no es superficial. El famoso monólogo del azul cerúleo (sí, ese) dejó claro que cada prenda que llega al clóset tiene toda una cadena de decisiones detrás. Nada es casual.
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Anna Wintour sigue al frente de Vogue (hasta hoy, aunque ya anunció su retiro, según confirmó el grupo editorial) y su influencia no ha hecho más que crecer. Incluso cuando los algoritmos dictan tendencias y los influencers cambian cada mes, su estética coherente y su visión clara de lo que es moda con mayúscula siguen marcando pauta.
El Diablo Viste a la Moda fue una comedia, sí. Pero también fue una clase magistral disfrazada de película. Y gran parte de esa lección sigue firmada —directa o indirectamente— por la mismísima Wintour.