Todos ubicamos a Mauricio Mancera por su gran sentido del humor y talento innato para la conducción, pero recientemente narró una de las batallas más difíciles que ha enfrentado en su vida: el accidente en que casi pierde el ojo, teniendo solo 8 años de edad.
En entrevista con Yordi Rosado, el conductor habló sobre los problemas de salud que atravesó desde sus primeros años de vida. Mauricio nació prematuro, a los 8 meses de embarazo de su madre; posteriormente, tuvo que usar aparatos para caminar correctamente y tuvo problemas de hemorragias frecuentes y severas.
“Yo decía ‘sáquenme el ojo’, por los dolores”, cuenta Mauricio Mancera
El accidente en que Mauricio Mancera casi pierde un ojo sucedió en una de sus primeras lecciones de tenis. Un día su entrenador no llegó y él tomó una clase comunitaria; al mismo tiempo, una niña no encontraba su raqueta y empezó a practicar con una para adulto. Mientras la niña practicaba, se le zafó la raqueta y golpeó a Mauricio en el ojo.
Al momento no sufrió más que un chichón pero, para el tercer día, sentía mucho dolor. Se estaba lavando los dientes cuando se dio cuenta de que no veía nada.
A los padres de Mauricio les dijeron que podía perder el ojo a causa del accidente y, por una semana, ese fue el pronóstico. “Dios te está mandando estas pruebas”, era lo que le comunicaban a él, pero luego los dolores fueron muy fuertes. “En algún momento yo decía ‘sáquenme el ojo’, por el dolor”, relató en la entrevista.
Mauricio Mancera aseguró que tiene muy presente la memoria de escuchar a sus papás llorando en la cocina de su casa. Debido a que no era posible ver el daño en su córnea por el problema de coagulación que tenía, existía la posibilidad de que ante cualquier golpe o movimiento brusco hubiera un desprendimiento de retina.
El conductor contó que, por un tiempo, tuvo que dormir sentado y no podía hacer el mínimo esfuerzo para no poner en riesgo su visión. Tampoco salía al recreo y normalmente algún niño se quedaba a hacerle compañía. Sin embargo, recuerda que sus maestros y compañeros rezaban por él.
Un año y 6 meses después, Mauricio recuperó la visión en su ojo. “Yo ya lo daba por muerto”, aseguró. Y, si bien poder ver lo hizo feliz, “yo creo que estaba más feliz de volver a salir al recreo, volver a acostarme, hacer una vida normal que mucho tiempo no”.
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