En la era digital que vivimos, es cada vez más común ver a niños pequeños con smartphones en sus manos. Sin embargo, un reciente estudio ha encendido las alarmas sobre los riesgos que esto puede conllevar.
Uno de los principales operadores móviles del Reino Unido, ha publicado una guía que desaconseja el uso de celulares inteligentes en menores de 11 años. Esta recomendación ha generado un debate importante sobre el impacto de la tecnología en el desarrollo infantil, y a continuación te explicamos la razón.
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¿Por qué menores de 11 años no deberían tener celulares?
El estudio sugiere varias razones por las que los niños menores de 11 años no deberían tener acceso a smartphones. En primer lugar, estos dispositivos pueden exponer a los pequeños a contenidos inapropiados. Internet y las redes sociales, aunque ofrecen muchas posibilidades, también esconden peligros para los que los infantes pueden no estar preparados.
Además, el uso temprano de celulares puede afectar negativamente su desarrollo social y emocional. Cabe destacar que la interacción cara a cara y el juego tradicional son fundamentales en estas edades, y el tiempo excesivo frente a las pantallas puede limitar estas experiencias cruciales.
Otro punto importante es el riesgo de adicción digital. Los niños son especialmente vulnerables a desarrollar hábitos poco saludables con la tecnología, lo que puede interferir con su rendimiento académico y calidad de sueño.
¿Qué alternativas proponen los expertos para los menores sin celulares?
Frente a esta situación, los expertos no abogan por una prohibición total de la tecnología, sino por un uso más controlado y adecuado a la edad. En lugar de smartphones, los niños menores de 11 años utilicen dispositivos con funciones limitadas, diseñados específicamente para realizar llamadas y enviar mensajes de texto.
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Para los mayores de 11 años, se recomienda un acceso gradual y supervisado a la tecnología. Los padres deberían mantener un control parental activo hasta los 16 años, monitoreando el tiempo de uso y el acceso a determinadas plataformas y contenidos.
La clave está en encontrar un equilibrio. La tecnología puede ser una herramienta valiosa cuando se usa de manera responsable, pero no debe reemplazar otras actividades esenciales para el desarrollo infantil como el juego al aire libre, la lectura o la interacción social directa.