El hambre ya no es solo un reto físico, sino mental. Las fuerzas comienzan a flaquear y una simple porción de fruta se convierte en el premio más deseado. En medio del calor, el cansancio y la desesperación, los sobrevivientes se entregan al máximo en una competencia feroz. Cada pedazo de fruta representa vida, motivación y un respiro en medio del caos.