Los cerebros de asesinos seriales que fueron donados a la ciencia para su estudio

El cerebro de los asesinos seriales es complejo y aún no se comprende del todo. Sin embargo, las investigaciones han revelado algunas diferencias neurológicas y psicológicas que podrían estar relacionadas con su comportamiento violento. Algunas de estas conclusiones han surgido del estudio del cerebro de estos criminales.

Los cerebros de algunos de los asesinos seriales más famosos y macabros, fueron donados a la ciencia para ser estudiados y así determinar las razones de su comportamiento psicópata.

John Wayne Gacy fue un asesino serial y agresor sexual estadounidense conocido como “Pogo el Payaso” o “El Payaso Asesino”. Se le atribuyen al menos 33 asesinatos de hombres jóvenes, en su mayoría menores de edad.

Se le conocía por su participación en eventos comunitarios como payaso, creando un fuerte contraste con sus crímenes. Fue arrestado en 1978 y condenado a muerte en 1980. Lo ejecutaron en 1994.

Poco después de su muerte, el cerebro de Gacy fue donado a la ciencia para su estudio; sin embargo, se determinó que no había ninguna anomalía en su cerebro que justificaran sus terribles actos.

Fue un asesino en serie estadounidense que secuestró, violó y asesinó a decenas de mujeres jóvenes durante la década de 1970 y posiblemente antes.

Bundy se caracterizaba por su encanto y apariencia de persona normal, lo que le facilitaba acercarse a sus víctimas. Las atraía con diversos métodos, como fingir una lesión, hacerse pasar por un oficial de policía o usando un carro robado.

Confesó 30 asesinatos en siete estados, pero se estima que el número real podría ser mucho mayor. Fue capturado en 1978 y condenado a muerte en 1979. En 1989 finalmente fue ejecutado en la silla eléctrica en Florida.

Incluso antes de su muerte, el cerebro de Ted ya resultaba un tema de interés para los científicos, y tras su muerte tuvieron la oportunidad de estudiarlo; sin embargo, no encontraron deformidades o daños cerebrales que pudieran explicar su comportamiento asesino.

Fue un asesino serial estadounidense conocido como el “Caníbal de Milwaukee” o el “Monstruo de Milwaukee”.

Sus crímenes se caracterizaron por la necrofilia, el canibalismo y la preservación de partes del cuerpo de sus víctimas.

Aunque se le diagnosticaron varios trastornos mentales, fue declarado legalmente cuerdo y condenado a cadena perpetua por sus crímenes. Fue asesinado a golpes por otro preso en 1994.

Tras su muerte, su madre, Joyce Dahmer, quería donar el cerebro de su hijo para que fuera estudiado por la ciencia, pero su petición fue denegada porque su exesposo y padre del asesino, Lionel Dahmer, se negó a entregar el cerebro de su hijo a los científicos de Fresno.

Es importante aclarar que no todos los que tienen estas diferencias neurológicas o psicológicas se convertirán en asesinos en serie. La mayoría de las personas con estas condiciones nunca lastiman a nadie.

Sin embargo, estas diferencias pueden aumentar el riesgo de violencia, por lo que es importante identificar y tratar a las personas con estos factores de riesgo.

Amígdalas disfuncionales: La amígdala es una parte del cerebro que procesa las emociones, como el miedo y la ira. Los estudios han encontrado que los asesinos en serie pueden tener una amígdala más pequeña o menos activa, lo que podría dificultarles sentir empatía o remordimiento por sus víctimas.

Corteza prefrontal anormal: La corteza prefrontal es responsable de funciones cognitivas superiores, como la toma de decisiones, el control de impulsos y la resolución de problemas. Los asesinos en serie pueden tener una corteza prefrontal disfuncional, lo que podría contribuir a su comportamiento impulsivo y violento.

Trastornos de personalidad: A menudo tienen trastornos de personalidad, como el trastorno psicopático o el trastorno límite de la personalidad, que se caracterizan por la falta de empatía, impulsividad y comportamientos manipuladores.

Experiencias traumáticas en la infancia: Muchos asesinos en serie han experimentado traumas en la infancia, como abuso físico o sexual, negligencia o abandono. Estas experiencias pueden dañar el desarrollo del cerebro y aumentar el riesgo de violencia.

Pensamientos y fantasías distorsionadas: Los asesinos en serie a menudo tienen pensamientos y fantasías distorsionadas sobre la violencia y el asesinato. Estas distorsiones cognitivas pueden justificar su comportamiento violento en su propia mente.