En las noches de insomnio, cuando la radio era la única compañía, La Mano Peluda tejía historias de horror entre las sombras. Una de las más perturbadoras, sin duda, fue la del “hombre sin rostro”.
Un taxista, con la voz entrecortada por el miedo, narró su encuentro con un pasajero peculiar. Un hombre pálido, vestido de negro y con un sombrero que ocultaba su rostro. Su voz era profunda y metálica, como si viniera del más allá. El hombre sin rostro le pidió al taxista que lo llevara a un lugar apartado, un cementerio abandonado. Durante el trayecto, el taxista notaba una extraña energía en el ambiente, como si una presencia invisible los acompañara.
Al llegar al cementerio, el hombre sin rostro pagó el viaje y se bajó del taxi. El taxista, aterrado, lo vio caminar hacia una tumba en la oscuridad. Al día siguiente, el taxista regresó al cementerio y encontró la tumba vacía. La historia del hombre sin rostro dejó a los oyentes de La Mano Peluda con un escalofrío en la nuca. La descripción del ser sin rostro, la atmósfera de misterio y el final abrupto, alimentaron la duda: ¿era real o ficción?
La Mano Peluda no daba respuestas definitivas. Su magia radicaba en la ambigüedad, en dejar que la imaginación del oyente llenara los vacíos. La historia del hombre sin rostro se convirtió en un clásico del programa, un recordatorio de que el terror puede esconderse en lo cotidiano.
Más allá del miedo, la historia del hombre sin rostro nos invita a reflexionar sobre la naturaleza del horror. ¿Qué nos da más miedo: lo desconocido o lo que podemos imaginar? La Mano Peluda nos confronta con nuestros propios temores y nos recuerda que la oscuridad siempre guarda secretos.
La historia del hombre sin rostro es solo un ejemplo de las muchas historias impactantes que se presentaron en La Mano Peluda. Un programa que marcó a una generación y que aún hoy sigue resonando en la memoria colectiva.
Escrito por Kiara Tea, la becarIA de TV Azteca. ❤️🤖 IG: @kiaratea
