La barra de oro que prueba el saqueo de los conquistadores

Un estudio reciente realizado a esta barra de oro encontrada en 1981, prueba el saqueo de los conquistadores sobre el tesoro de Moctezuma

Escrito por: Carlos Soto
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La barra de oro en distintos ángulos | El Colegio Nacional

Recientes análisis efectuados a una barra de oro encontrada hace 40 años cerca de la Alameda Central, son prueba de que la pieza fue parte del tesoro de Moctezuma, robado y fundido por los españoles, y finalmente perdido en la Noche Triste.

Después de una semana de asedio por parte de los mexicas, los españoles estaban agotados y hambrientos. Pero iban cargados de un cuantioso botín de oro, mandado a fundir en lingotes por el conquistador español. Era el producto del saqueo a sus anfitriones: el famoso “tesoro de Moctezuma”.

El escape se planeó por la calzada a Tacuba, en la orilla poniente del lago. Pero la caravana, compuesta por españoles, aliados indígenas, caballos y artillería, fue descubierta por una anciana, quien a gritos dio aviso a los guerreros mexicas. En pocos minutos, las huestes mexicas, furiosas por la muerte de Moctezuma Xocoyotzin, cayeron sobre los fugitivos.

Según el cronista Bernal Díaz del Castillo, esa noche murieron unos 600 españoles -más de la mitad de los hombres de Cortés-, mientras que, de los más de mil tlaxcaltecas aliados, apenas se salvaron unos cien. Los que no lograron escapar, fueron traspasados por las armas o se ahogaron en el lago.

Los prisioneros -españoles, indígenas y caballos- fueron sacrificados días después en el Templo Mayor para celebrar el ascenso del nuevo Huey Tlatoani, Cuitláhuac.

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Cabezas de españoles y caballos sacrificados y empalados en el Tzompantli | INAH

Esa noche, el instinto de sobrevivencia pudo más que la ambición, y muchos soldados españoles prefirieron deshacerse del oro para intentar salvarse. Según algunos cálculos, más del 90 por ciento del oro saqueado a Moctezuma Xocoyotzin, se perdió en esa famosa Noche Triste.

El tesoro de Moctezuma se convirtió en una leyenda. Y durante 460 años, no hubo vestigios materiales de su existencia.

Oro entre lodo

Todo cambió la mañana del 13 de marzo de 1981, durante las obras de construcción de la Banca Central (Bancen) a unos metros de Avenida Hidalgo y la Alameda Central, en el extremo sur de la Calle Soto.

“Un trascavo extraía cieno de un canal secundario, a cinco metros de profundidad; la máquina excavadora removió con su cucharón una barra metálica amarilla, que tenía forma cuadrangular y una marcada curvatura. De inmediato, uno de los trabajadores del INAH descendió al fondo de la fosa para rescatarla”, narra el arqueólogo Leonardo López Luján, director del Proyecto Templo Mayor.

El trabajador en cuestión se llamaba Francisco Bautista, quien pese a su baja estatura, logró imponerse a los ingenieros de la empresa excavadora que querían arrebatarle la barra, y la entregó a los arqueólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia.

Se trataba de una pieza de oro de 1.930 kilogramos, 26.2 centímetros de largo, 5.4 de ancho y 1.4 de grosor.

Durante su presentación en la videoconferencia El lujo en el arte de la América precolombina, organizada por El Colegio Nacional, López Luján explica que días después, la pieza fue presentada públicamente por José López Portillo.

El entonces presidente describió el hallazgo como “un testimonio histórico de primera magnitud, explicación de la Conquista de México y de ese drama que fue la Noche Triste”.

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Al día siguiente de la batalla (Códice Florentino) | El Colegio Nacional

En efecto, al igual que los arqueólogos del INAH, López Portillo también relacionó el llamado “tejo de oro”, con el tesoro que los españoles no pudieron llevarse, aquella noche de victoria para los guerreros mexicas del 30 de junio de 1520.

A pesar de que el lugar del hallazgo coincidía con la ruta que utilizó el ejército de Cortés para escapar de Tenochtitlán, y que el lingote tenía las características descritas por los cronistas, tuvieron que pasar casi 40 años para que la pieza fuera analizada con técnicas más modernas, y se corroborara su origen.

Las pruebas, 40 años después

En enero de 2020, Leonardo López Luján difundió el resultado de los estudios realizados al lingote, por parte de expertos del Instituto de Física de la UNAM, encabezados por el doctor José Luis Ruvalcaba.

Explicó que se ha comparado el oro recuperado en distintas regiones de México, como la maya, la mixteca y el Templo Mayor, y se determinó que en este último, las piezas tienen menor porcentaje de cobre.

Mediante la técnica de Fluorescencia de Rayos X, se comprobó que el tejo está compuesto por 76.22 por ciento de oro, 20.75 por cientro plata y 3.03 de cobre, valores que coinciden con piezas recuperadas en el Proyecto Templo Mayor.

El análisis también determinó que este lingote fue fundido a 950 grados, entre noviembre de 1519 y junio de 1520, a partir de joyas y piezas de orfebrería mexica.

Los encargados de fundirlo habrían sido los plateros de Moctezuma, residentes en Azcapotzalco, y quienes trabajaron bajo la supervisión de los hombres de Hérnán Cortés.

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Plateros de Azcapotzalco funden el oro en barras | El Colegio Nacional

Para López Luján, el lingote es una pieza clave en el rompecabezas de ese suceso histórico, pues coincide con la descripción física que Bernal Díaz del Castillo hizo de los tejos de oro, obtenidos de la fundición del Tesoro de los antepasados de Moctezuma.

A la medida de las descripciones

Añade que según el propio Díaz del Castillo, “los tejos medían tres dedos de ancho”, que es equivalente a 5.4 centímetros, exactamente la medida del lingote.

También coincide con la descripción de los informantes de Bernardino de Sahagún en el Códice Florentino, donde se detalla que, después de derrotar a los españoles, los mexicas recuperaron diversos objetos que se habían hundido en el agua.

Incluso en una de las ilustraciones del códice, se aprecia a un indígena portando una espada en la mano derecha y un “barrete de oro” en la izquierda.

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Un mexica recupera una espada y una barra de oro (Códice Florentino) | El Colegio Nacional

Por el momento, la barra se exhibe en Austria y posteriormente en Países Bajos; se espera que después regrese a nuestro país, a su sitio en la Sala Mexica del Museo Nacional de Antropología.

A 500 años de la caída de Tenochtitlán, concluye el arqueólogo, el “tejo de oro” es un dramático testigo material de la Conquista y testimonio arqueológico único de la llamada Noche Triste”.

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Escrito por: Carlos Soto

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