Bastaba levantar la mirada para entender que algo estaba pasando. Algunos con una especie de angustia, incertidumbre, y otros más, a disfrutar del espectáculo en Quintana Roo. Es la etapa reproductiva de las mariposas “eunica monima”, o mariposa de alas púrpuras.
“En una semana pasó casi todo el ciclo completo de una mariposita que se llama Eunica Monima, ya teníamos unas buenas semanas de sequía, se estaban registrando Incendios y llega la lluvia intensa del huracán Agatha que entra por Chiapas, entonces se genera un contraste de condiciones todo seco como cuando alguien tiene mucha hambre y de repente cae una tormenta y entonces los organismos que forman esporas pues las esporas aprovechan y germinan,” explicó Patricia Santos, bióloga.
Estas especie de mariposa se encuentran en algunas regiones de Arizona, de Texas, Florida, incluso en Venezuela y Las Antillas mayores y desde luego en nuestro país.
Se conocen por su reproducción “explosiva”.
Buscan árboles con hojas nuevas, tiernas, ideales para su alimentación, y fue el caso de lo que ocurrió en algunos municipios de Quintana Roo, presenciamos la eclosión de éstas, en forma de oruguitas.
“La oruga come todo lo que pueda, se forma el capullo y adentro se lleva a cabo la metamorfosis. Trata de imaginar toda la energía biológica que significa metamorfosearse, es inactivar un montón de genes y activar otros de la vida adulta,” continuó la bióloga Patricia Santos.
Esta energía que requieren para evolucionar, la obtienen principalmente de las hojas del árbol chaká, aunque también era común verlas en otras especies de la región.
Y una vez listas, forman el capullo.
Especialistas aseguran que esta etapa no es estacionaria ni periódica, sería difícil adivinar cuándo volverán a verse en la región.
Sin embargo, aseguran, es un ejemplo bastante claro del pulso de la naturaleza.
“La recomendación sería dejarlas en santa paz. No matarlas porque al fumigar estamos agregando toxinas al medio ambiente, que afectan a los demás y que normalmente vemos, las Catarinas, las Libélulas,” declaró Patricia Santos, bióloga.
En los parques se puede atestiguar el rastro que dejaron, hilos tan finos como una telaraña de los cuales colgaban estas orugas, luego se enrollaban hacia arriba para formar el capullo. Y hoy, son capullos que se encuentran ahí, en lo alto de los árboles y que con suerte, pronto se podrán ver convertidas en mariposas.
