Las recientes redadas migratorias en Estados Unidos no solo generan miedo y desesperación en las comunidades, sino que también han separado a miles de familias, dejando a muchos niños en una situación vulnerable.
Un ejemplo conmovedor es el caso de Febe, Ángelo e Isaac, tres hermanos que vivían con su madre Kenia Pérez en Estados Unidos hasta hace un mes, cuando agentes del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) detuvieron a su madre y la deportaron a Honduras.
Estos menores, de seis, nueve y 14 años, quedaron solos en un país que no es el suyo y donde no tienen representación legal ni apoyo familiar directo. Permanecen al cuidado de un amigo cercano de la familia, mientras que su hermano mayor logró seguir a la madre deportada a Centroamérica.
La separación familiar se profundiza con historias como la de Kenia, una madre que contaba con permiso de trabajo, pagaba impuestos y cumplía con todas las citas migratorias, pero aun así fue deportada, dejando a sus hijos en una situación incierta.
El drama creciente de los niños separados por ICE
La angustia de estos niños refleja un problema mucho más amplio. En los últimos meses, al menos 100 menores más han quedado abandonados por la deportación de sus padres. Muchos de ellos no superan la infancia y se enfrentan a la incertidumbre en un sistema migratorio inflexible.
¿Por qué aumentan los niños en situación de abandono?
El endurecimiento de las políticas migratorias y la meta impuesta por el gobierno anterior de alcanzar un millón de deportaciones intensificaron las redadas. Alrededor de 2 millones de menores viven actualmente con padres indocumentados, exponiéndolos a quedar atrapados en un limbo legal que afecta su estabilidad y desarrollo.
Los niños separados sufren un alto impacto emocional, que incluye miedo, estrés y sensación de abandono. Muchos no entienden plenamente por qué su familia se fracturó. En entrevista, los propios niños repiten preguntas sobre qué pasó con sus padres y claman por una explicación.