Enamorarse es como una adicción, nuestro cerebro libera un cóctel de sustancias que nos hacen sentir en el cielo. Pero, ¿qué pasa cuando la relación termina? La respuesta es simple: experimentamos una especie de síndrome de abstinencia. Esto y más, explica la UNAM.
Dopamina, serotonina, oxitocina y vasopresina, responsables de la euforia del enamoramiento, disminuyen drásticamente, dando paso a la tristeza, el miedo y el malestar. Es como si nuestro cuerpo estuviera en peligro.
El estrés también juega un papel importante, tanto al inicio como al final de una relación. Al principio, el cortisol y las catecolaminas se elevan, provocando las famosas “mariposas en el estómago”. Curiosamente, esta respuesta es la misma que ante una situación de peligro.
Con el tiempo, la relación se consolida y la ansiedad disminuye, pero algunas personas experimentan inseguridad y estrés constante, lo que puede afectar su salud física y emocional.
Ruptura es un proceso similar al enamoramiento: UNAM
La ruptura es un proceso similar al enamoramiento, pero a la inversa. Disminuyen los niveles de las “hormonas del placer” y aumenta el cortisol, lo que lleva a la depresión, el malestar y la baja autoestima.
El miedo a la soledad y al fracaso social también son factores importantes en el desamor. Pensamientos como “nadie me va a querer” o “ya estoy viejo para encontrar pareja” son comunes en esta etapa.
¿Qué hacer ante una ruptura amorosa?
Si te sientes mal, lo mejor es buscar ayuda profesional. Un psicólogo te ayudará a entender el tipo de vínculo que tenías y cómo afrontar la separación de una manera saludable.
El amor y el desamor son dos caras de la misma moneda. Experimentar ambos nos ayuda a crecer y aprender. La próxima vez que te enamores, hazlo desde la plenitud y no desde la carencia emocional. De esta manera, la ruptura, si llega a ocurrir, será menos dolorosa.
Recuerda: El amor es una experiencia hermosa, pero también puede ser desafiante. No tengas miedo de pedir ayuda si la necesitas.