México, 24 de junio.- El triunfo de México 1-0 sobre Alemania en la Copa del Mundo de futbol Rusia 2018 en el arranque de la fase de grupos ha sido considerado como un resultado importante, entre otros, porque se consiguió ante la actual selección campeona del mundo, una histórica potencia en este deporte.
La victoria fue reconocida dentro del territorio ruso y fuera de él, sin embargo, la eufórica reacción que provocó entre el público mexicano, tanto el que asistió al estadio Luzhniki, en Moscú, y el que siguió la transmisión por diversos medios, dio un momento de respiro a los mexicanos en momentos en que se vive una época no favorable para el país por diversas situaciones, destaca Rolando Díaz Loving, investigador de la Facultad de Psicología de la UNAM e integrante de la Academia Mexicana de Ciencias.
Cualquier actividad física, artística o deportiva, provoca la generación de una serie de neurotransmisores que están relacionados con la euforia, como son la dopamina, serotonina, endorfinas, que se liberan cuando el cuerpo realiza esta actividad. Y tanto la actividad artística corporal como la deportiva están vinculadas a emociones, puntualiza el doctor en psicología social.
Adicional a esto, el futbol tiene aspectos distintos en comparación con otros deportes: no es complejo, sus reglas son sencillas, el equipamiento no es costoso, por lo que puede realizarlo casi cualquier persona y, a diferencia de otros deportes, las características físicas de sus jugadores son variadas (altos, delgados, bajos, corpulentos). Además, destaca Díaz Loving, el futbol es equitativo en términos de que a partir de un evento fortuito puede suceder que gane un equipo u otro.
Existe, por tanto, el componente de la esperanza. Sin embargo, y por encima de todo, está la comercialización y la labor mediática. “En particular en México hay una especie de reforzamiento vicario (con el cual se aprenden ciertas conductas nuevas observando a los otros, se aprende a repetir o evitar la conducta según la experiencia de ver las consecuencias positivas o negativas de las acciones de otras personas.), es decir, hay esa sensación de que podemos tener logros si el logro es social, hay mayor interés en el bien si la situación de grupo está por encima”, subraya el especialista.
La tendencia, por tanto, es que lo colectivo es más importante que lo individual, por eso desde el contexto de Mundial de futbol la gente se vincula y ve que puede tener logros que no necesariamente son suyos, pero los hace suyos.
Y si se pierde y el enojo y el sufrimiento es mucho entonces se está vinculado a estas emociones porque no se tiene una vida individual propia ni muchos logros personales.
“En la cultura mexicana cuando alguien tiene un logro personal no es tan bien visto, no gusta de tener a un héroe, sino un equipo con el que se pueda identificar, y si en algún momento ese héroe dice algo como: `yo soy mucho mejor que los demás´, ahí pierde toda su belleza, pero si los jugadores expresan: `gracias a Dios… tuvimos suerte… la virgencita estuvo de nuestro lado…el pueblo nos apoyó´, eso hace que pueda haber una comunión porque hay una aceptación de creencias compartidas.
Existe una tendencia a vivir de manera no concreta ni objetiva, y esto indica, desde la perspectiva cultural, que no es apropiado que alguien sea egocéntrico, egoísta, narcisista; lo aceptado es que sea parte del grupo”.
Aclara que tener expresiones de alegría y felicidad son naturales y es correcto manifestarlas, porque el otro extremo es tener una sociedad extremadamente lógica y racional, que no tuviera ninguna emoción, con lo que se perdería parte de la esencia humana, esa capacidad con la que no cuenta la inteligencia artificial para expresar sentimientos y emociones y que es lo que hace humano al humano, organismos integrales.
“No es malo sentir euforia si después de ello podemos pensar o hacer otras cosas, o verlo como una experiencia, vivirla de una forma que sea sensata en términos de no crear peligros ni para mí ni para otros al tener estas alegrías y/o tristezas, eso es lo importante. Sin duda, es bueno tener cosas que nos alegren el día”.
Dosis de felicidadRolando Díaz Loving comenta que lo que se ha encontrado en la investigación es que para que realmente la gente pueda ser feliz a través de la vida lo que necesita no son grandes felicidades sino frecuentes dosis de felicidad.
“Tenemos que aprender la manera de controlar la cantidad de felicidad. La euforia que puede ocasionar la obtención de una victoria en un juego es importante solo para ese momento, porque después de experimentar una gran o extrema euforia se acaban los neurotransmisores necesarios para que ésta se genere y es así como aparecen la tristeza y la depresión. Normalmente el día más triste de la vida es el día que sigue del más feliz”.
Sin embargo, hay una tendencia a alargar esa sensación de alegría, pero al final acaba y se tiene que regresar a hacer otras cosas, porque si ese es el único aspecto que provoca felicidad, se está en problemas. La idea es poder regresar al patrón de pequeñas felicidades y estas pueden ser a través de acciones que tienen que ver con la persona y con las que la rodean.
“De manera general y como sociedad hoy tenemos en el país pocas cosas qué festejar, se siguen manteniendo relaciones interpersonales constructivas y armoniosas en los distintos espacios, y mientras éstas se puedan conservar constituirán una parte fundamental para la definición de nuestra cultura”, sostiene.
Ganar a Alemania
Rolando Díaz comenta que tener una victoria sobre un equipo como el alemán, cuyo país además de contar con un nivel deportivo alto y una economía fuerte que dedica un importante porcentaje de su producto interno bruto a la investigación, educación y ciencia, lleva a una sensación de euforia y a pensar que algo se está haciendo bien.
Pero si se vence a un conjunto que es igual en una serie de capacidades, la sensación es distinta. “El problema es que al día siguiente de la derrota por 1-0 ante México en el Mundial, Alemania continuó con sus mismos estándares de nación desarrollada, y nosotros también, con los de un país en vías de desarrollo con fuertes problemas en inseguridad y violencia. La nuestra ha sido una sensación emocional positiva pero vacía. Lo que habría que aprender en estas circunstancias es cómo llevar esta energía positiva a otros aspectos de la vida cotidiana que también son importantes”.
Por otro lado, en términos del equipo, el investigador admite que en los jugadores de la selección mexicana se ve que hay mucha confianza, un factor que les puede ayudar a encarar los siguientes juegos con mejor perspectiva y planeación. “Ganar produce alegría y es bonito, pero no resuelve nuestros problemas estructurales. Hay que gozar el momento y si se llega a perder se sufre el momento y ya”.
No hay que perder de vista, destaca, que los alemanes harán los ajustes necesarios y saldrán a jugar de otra manera, porque, entre otras razones, su país es uno de los que mejores programas en psicología del deporte tienen, por tal motivo, no se debe omitir la preparación con la que cuentan, y eso marca una diferencia, pertenecen a una sociedad que le dedica mucha importancia a la formación, a la ciencia, es todo un conjunto de cosas que llevan a tener una determinada cantidad de triunfos.
“Los seleccionados alemanes no están pensando que la derrota ante los mexicanos sea el final del Mundial, y ello muestra la importancia de la cultura. ¿Qué pasa cuando México mete un gol, normalmente tiene tendencia a replegarse, ¿qué hace Alemania?, trata de anotar más porque su visión es entre más goles, mejor, y nosotros decimos entre más nos defendamos, mejor. Son miradas distintas”, plantea el especialista.