Amamos los frijoles, pero seamos honestos: a veces comerlos se convierte en un acto de fe. ¿Van a caer bien o me van a traicionar con gases? Lo cierto es que este clásico de la cocina mexicana no tiene la culpa, todo es cuestión de cómo se prepara. Y sí, hay un trucazo infalible —mejor dicho, varios— que pueden evitarte el mal rato… y el sonido incómodo.
¿Por qué los frijoles provocan gases?
Resulta que tienen algo llamado oligosacáridos, unos carbohidratos que nuestro cuerpo no sabe procesar del todo. Llegan al intestino y ahí las bacterias hacen su chamba: los fermentan. ¿Y qué pasa cuando algo se fermenta? Exacto: se forma gas.
De acuerdo con la nutricionista Tatiana Zanin, lo mismo pasa con legumbres como lentejas, garbanzos y soya. Por eso, aunque son súper nutritivos, a veces nos dejan con la panza inflamada y con ganas de huir corriendo de la sala.
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¿Qué se puede hacer para que no causen molestias?
Si bien los frijoles tienen bastantes beneficios para la salud como aportar fibra, proteínas vegetales y minerales esenciales, también pueden causar demasiada incomodidad y muchas flatulencias si no se preparan adecuadamente.
La técnica estrella: remojarlos. Sí, tan simple como eso. Dejar los frijoles en agua fría entre 10 y 12 horas (y tirar esa agua después) reduce mucho el problema. Luego los enjuagas, los cocinas con agua limpia y listo, de acuerdo a información del portal de salud TuaSaude.
También ayuda cocinarlos bien —no hay que tenerles prisa—: entre 30 minutos en olla de presión o hasta 90 en una normal. Y si tienes tiempo extra, quitarles la cáscara marca la diferencia.
¿Qué otras cosas ayudan a digerir mejor los frijoles?
Hay trucos que parecen de abuela, pero funcionan. Cocinarlos con hierbas como laurel, comino, anís o hinojo es una maravilla, porque esas plantas tienen compuestos que ayudan a que no te inflames.
Para el “bajón”, nada mejor que ¡una birria con sabor!
Si ya es tarde y el malestar llegó, un masajito en la panza o un té antiflatulencias también pueden aliviar. Así que no se trata de dejar los frijoles, sino de saber cómo tratarlos. Tu estómago (y quien te acompañe después de la comida) te lo va a agradecer.