Hablar o reír con un volumen alto puede parecer, a simple vista, una cuestión de personalidad o costumbre. Sin embargo, de acuerdo con especialistas en psicología, este comportamiento también puede estar relacionado con aspectos emocionales más profundos, como la necesidad de llamar la atención, mecanismos de defensa o incluso niveles de ansiedad.
Entender qué hay detrás de estas conductas puede ayudar a mejorar la comunicación interpersonal y el bienestar emocional.
¿Por qué hay personas que ríen y hablan fuerte?
Hablar y reír fuerte, según datos de Psychology Today, puede entenderse desde varios aspectos. Por un lado, se lo suele asociar con personas extrovertidas y seguras de sí misma. Sin embargo, también puede representar una disonancia cognitiva, cuando hay contradicción entre lo que se siente y lo que se espera expresar socialmente.
En estos casos, la risa ayuda a equilibrar la tensión interna. Al mismo tiempo también puede ser una forma de llamar la atención o de validar la propia presencia en un espacio.

¿Cuándo hablar y reír fuerte puede ser un trastorno patológico?
Hablar y reír fuerte puede considerarse un trastorno patológico cuando la risa es desproporcionada, incontrolable, inapropiada o aparece sin motivo aparente. Puede estar relacionada con enfermedades como:
- Neurológicas: La lesión en vías motoras provoca episodios de risa incontrolable y desproporcionada.
- Trastornos psiquiátricos: La risa inapropiada puede estar presente en la esquizofrenia, donde los pacientes a veces se ríen sin razón.
- Síndrome de Angelman: Un trastorno genético caracterizado por risas frecuentes y prolongadas sin motivo
- Síndrome pseudobulbar: Enfermedad neurológica que provoca episodios repentinos y descontrolados de risa o llanto, fuera de lugar y sin relación con el estado emocional real.
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¿Cómo saber si tu risa o habla es preocupante?
Existen algunos indicios a los cuales prestarle atención:
1. Si la risa o hablar es inapropiada o desproporcionada al estímulo emocional que la desencadena, es decir, sin motivo o en situaciones que no lo justifican.
2. Que la risa sea incontrolable, desenfrenada o involuntaria, apareciendo sin relación aparente con la situación o el contexto social.
3. Que la persona no entienda por qué se está riendo o sienta que está obligada a hacerlo, como ocurre en algunos casos de esquizofrenia.
4. Que la risa o el habla esté acompañada de otros síntomas neurológicos o psiquiátricos.