Una anciana que padece de sus facultades mentales utiliza a Alberto para ganarse la vida en las calles.Mientras tanto, su familia lo busca desesperadamente ante la posibilidad de que esté muerto.
Cuando Alberto vuelve a casa,todos se prometen cuidarlo mejor. Sin embargo, la vida fronteriza demanda mucho más esfuerzo que el campo, y los Aguilera no pueden cuidar al niño como es debido. Al menos, no sin que descuiden aquello que tanto necesitan: sus trabajos, sus parejas, sus vidas.
De esta manera, Victoria se ve orillada a tomar otra dura decisión en pos del bienestar de su hijo, aunque esto le provoque una herida tan profunda que será muy difícil de sanar.