En 1925, el pequeño pueblo de Nome, en Alaska, sufrió un brote de difteria que amenazó con matar a su población. La única solución efectiva que encontraron sus habitantes fue acceder a las vacunas contra esta enfermedad, pero el peligroso temporal que azotaba el estado de Estados Unidos impedía transportarse por mar o por tierra. Así, cobró un protagónico papel Togo, un perro que lideró un escuadrón de huskys siberianos que salvarían a los miembros del lugar.
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Un viaje de 1,085 kilómetros (alrededor de 674 millas) aguardaba por delante y los ciudadanos de Nome acudieron al experto en mushing, adiestrar al perro para transportar trineos, Leonhard Seppala. Su acompañante canino más fiel era Togo, quien había nacido en 1923 y lideraría el escuadrón que atravesaría el duro temporal de -40°C, fuertes tormentas y avalanchas de nieve.
¿Qué sucedió con las vacunas contra la difteria?
El escuadrón de perros recorrió desde Anchorage hasta Nome y logró trasladar las vacunas contra la difteria para la población del pueblo de Alaska. Según trascendió, Togo lideró en los dos últimos tramos el equipo de huskys siberianos que hizo llegar la cura contra la enfermedad, a pesar de no ser un perro guía.
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¿Qué pasó con Togo?
Luego del impresionante hallazgo, Togo adquirió el nombre de Balto, en memoria del explorador noruego Samuel Balto, quien se convirtió en un hito en el pueblo de Nome. El perro fue trasladado al zoológico de Cleveland y falleció a los 14 años, el 14 de marzo de 1933.
Pero su memoria quedará viva por siempre para los ciudadanos de Estados Unidos, quienes pueden admirar su escultura, realizada por Frederick George Richard Roth, en el Central Park de Nueva York y su homenaje en el Cleveland Museum of Natural History. Bajo su monumento, se leyó la inscripción de "resistencia, fidelidad, inteligencia".
