La música y el deporte, la fiel sinfonía del drama, la pasión escénica que acompaña la teatralidad de estar en un estadio en primera fila. Es el recinto que los incondicionales aficionados del Manchester United como Richard Ashcroft llaman el “Teatro de los Sueños” de Old Trafford.
En palabras de Ashcroft, cantautor de la banda The Verve, los Red Devils tienen un estilo de juego definido: “Se debe entender la esencia del Man United. En lo que a mí me concierne, de perder lo hacemos con estilo, instinto y futbol ofensivo”.
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Con esa filosofía creativa y propositiva, The Verve se hizo famoso hace exactamente 25 años gracias a esta obra maestra titulada “Bittersweet Symphony”, que hoy está de fiesta. Justamente, Mick Jagger y Keith Richards de The Rolling Stones, llegaron a compartir crécitos musicales del tema principal del álbum “Urban Hymns” de 1997, pero esa controvertida historia es para otro día.
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Vigoroso fue el vuelo de entrada de los Seahawks de Seattle en el Super Bowl XL, XLVIII y XLIX, al son de la orquesta que acompaña a esta insignia del movimiento “Britpop”.
Lo nuevo e innovador de The Verve
El sarcasmo y la picardía, se apoderaron del entrenador gurú de los ascensos en Inglaterra, Neil Warnock, al cruzar Hoxton Street en una parodia del célebre video musical que tiene como protagonista a un desafiante Ashcroft, y que fue uno de los más populares a finales de los 90s.
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La “Messi-nfonía” del 10 argentino, la expresión perfecta entre el deporte, la música y el arte.
Richard Ashcroft tiene dos grandes ídolos deportivos: El primero es Muhammad Ali, a quién le dedicó una canción del mismo nombre en el disco “Forth” de 2008, y el otro es el legendario futbolista norilandés, George Best, el “rockstar” del futbol, según lo que expresó en una entrevista para el programa Soccer AM EN 2018: “George (Best) fue, en muchas formas, la primera celebridad “rockstar” del futbol. Sabes, George pudo haber saltado de la línea de meta al escenario sencillamente y hacer lo que yo hago (cantar y tocar).”
25 años de superar derrotas agridulces y convertirlas en triunfos colosales, de sentir la pasión de una sinfonía británica que inspira generaciones desde los años 90s, y que hoy ha madurado, como los buenos vinos, para consagrarse en el podio de los Himnos del Deporte.