Entre la apabullante metamorfosis de la postura estadounidense desde la llegada de Trump 2.0, pasaría por desapercibido el creciente acercamiento a Medio Oriente. No solamente sella la cercanía del mandatario con Qatar ante el lujoso Boeing 747-8 como detallito de la familia real qatarí, pues ahora visita Arabia Saudita con la expectativa de regresar con un billón de
dólares en inversión para Estados Unidos. Aunque el príncipe Mohammed bin Salmán se limitó a solicitar seiscientos mil millones, es una cifra que excede por muchos millones, lo que el reino podría otorgar, considerando que su deuda externa supera los trescientos mil millones por su despilfarro para superar en innovación a los Emiratos Árabes y la caída del
precio del petróleo. Una de esas hemorragias de dinero ha sido la ciudad futurista The Line (La Línea) y cuya premisa futurista es el no dejar huellas de carbono.
A diferencia de Barack Obama, George W. Bush o Bill Clinton, su primer viaje oficial como mandatario no fue a México o Canadá, en su primer periodo también fue al Reino de Arabia Saudita, para dejar perfectamente en claro que su prioridad política y comercial no es con sus vecinos y socios, sino con los países más ricos del mundo pero a su vez, los más totalitarios y
donde los derechos humanos brillan por su ausencia.
¿Qué ganan los árabes de estas negociaciones?
Arabia Saudita quiere armas estadounidenses, y aprovechando que Biden ya no está a cargo de Estados Unidos, les urge hacer tratos porque puede llegar otro presidente que les limite nuevamente la venta por su cercanía e influencia en la guerra de Yemen, donde Irán está respaldando a los hutíes, enemigos y rebeldes contra los sunitas, que son no solamente los
más numerosos en territorio saudí, si no los más poderosos.
Los Emiratos Árabes tampoco han escatimado en cuanto a inversión en Estados Unidos, porque necesitan de tecnología estadounidense con microchips que les permitan seguir avanzando como potencia. Tienen la mira bien puesta en liderar el campo de la IA globalmente y le están apostando a los procesadores estadounidenses por sobre los chinos.
Beneficios para EE. UU. en esta ambiciosa primera gira presidencial
Estados Unidos está ávido de comenzar a producir, o al menos aparentar, que produce, para cumplir su promesa de campaña de regresar los empleos a la clase trabajadora. Como se trata de una generosa negociación por parte de los países árabes, Israel no está incluido aunque sea vecino regional, en cambio, sí habrá una autoridad palestina en la mesa cuando Trump llegue al lujoso palacio saudí, donde se atenderán prioridades del interés árabe.
Aunque algunos países de Medio Oriente, como Irán, siguen resintiendo el látigo de la hostilidad de Estados Unidos con los bloqueos económicos y arancelarios, otros parecen beneficiarse más que sus vecinos y socios históricos.
La nueva mirada de Estados Unidos a fortalecer relaciones comerciales en países lejanos geográfica y culturalmente, son una proyección sobre los planes de nuestro vecino del norte, en medio de la incertidumbre económica que ha hundido a la región norteamericana en menos de cuatro meses.