Un equipo internacional de investigadores ha publicado una hipótesis fascinante sobre el origen de dos masas gigantescas situadas en las profundidades del manto de la Tierra. Según esta hipótesis, estas masas, que ocupan miles de kilómetros, son los vestigios de otro planeta, incrustados en la Tierra tras una colisión hace cuatro mil 500 millones de años.
Los autores del estudio, liderados por el geólogo chino Qian Yuan, señalan que estas masas tienen un comportamiento sorprendente. Cuando hay un terremoto , las ondas sísmicas se ralentizan al atravesarlas, lo cual sugiere que su composición es más densa que el resto del manto terrestre.

Los autores recuerdan que hace medio siglo cogió fuerza la teoría de que la Luna se formó a partir de productos de la colisión de la Tierra contra otro joven cuerpo celeste del tamaño de Marte. En ese escenario, el embrión de planeta, llamado Tea o Theia, chocó contra la Tierra primitiva.
Las simulaciones informáticas de Qian Yuan y sus colegas sugieren que parte del manto fundido de Tea penetró en el manto terrestre originario y se solidificó, hundiéndose posteriormente y formando las extensas zonas sísmicas anómalas que ahora intrigan a los científicos.
Los autores calculan que una cantidad significativa del manto de Tea, equivalente al 2% de la masa de la Tierra, se incrustó en el manto terrestre.
Choque dio lugar a la Luna: hipótesis del estudio
Los investigadores defienden que esas enigmáticas zonas sísmicas anómalas del manto terrestre son una simple “consecuencia natural” del choque que dio lugar a la Luna, pero también mencionan otras hipótesis a su juicio más improbables, como la solidificación de magma o la acumulación de corteza oceánica hundida en zonas de subducción.

El equipo de Yuan subraya que esa heterogeneidad del manto de la Tierra puede emerger a la superficie en eventos como los que formaron las islas volcánicas de Islandia y Hawái. En las negras rocas de basalto al alcance de la mano, en estos parajes podría haber pistas químicas del gran impacto que dio lugar a la Luna hace cuatro mil 500 millones de años.
Es entonces que esta hipótesis sugiere que la Tierra no es un planeta único, sino que alberga los restos de otro planeta que se fusionó con ella hace miles de millones de años. Esta hipótesis es aún especulativa, pero podría tener importantes implicaciones para nuestra comprensión de la formación de la Tierra y la Luna.
