Un día como hoy, pero hace 108 años, el presidente Francisco I. Madero ordenó a los cadetes del Colegio Militar que lo escoltaran desde el Castillo de Chapultepec al Zócalo de la Ciudad de México, donde los generales Manuel Mondragón y Gregorio Ruiz se apostaron para pronunciarse contra su gobierno.
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La Marcha de la Lealtad marcó el inicio de la decena trágica, el golpe de Estado efectuado en 1913 para derrocar al presidente, movimiento que concluyó con el asesinato de Madero y de José María Pino Suárez, así como el reinicio de la lucha armada.
Poco más de un siglo después, el presidente Andrés Manuel López Obrador encabezó la ceremonia, flanqueado por representantes de las Fuerzas Armadas y un grupo de cadetes cubiertos con cubrebocas.
El secretario de la Defensa Nacional, Luis Crescencio Sandoval, reiteró el respaldo de las fuerzas armadas a las instituciones y aseguró que continuarán respaldando las políticas de la administración en turno.
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El 9 de febrero de 1913, los generales Manuel Mondragón y Gregorio Ruiz, apoyados por la Escuela Militar de Aspirantes, militares, políticos, la mayor parte de la Gendarmería Montada y la casi totalidad del Batallón de Seguridad del Distrito Federal, se pronunciaron contra Madero.
Los alumnos de la Escuela Militar de Aspirantes del arma de infantería se trasladaron a la Plaza de la Constitución y se apoderaron de Palacio Nacional. Sin embargo, el general Lauro Villar, al mando de soldados del 20 y 40 Batallón de Infantería, recuperó la plaza e hizo prisioneros a los jóvenes.
Mientras tanto, el general Manuel Mondragón acompañado de Cecilio Ocón y Gregorio Ruiz, se dirigió a la prisión de Santiago Tlatelolco, donde liberaron al general Bernardo Reyes, quien llevaba un año preso por sedición y a quien se le consideró jefe de la rebelión. Después avanzaron a la penitenciaria de Lecumberri (hoy sede del Archivo General de la Nación) donde liberaron al general Félix Díaz y se encaminaron a Palacio Nacional.
El general Bernardo Reyes confiado en la amistad que tenía con el General Villar intentó atraerlo a su partido, pero fue asesinado a las puertas de Palacio. Madero, al conocer los acontecimientos ordenó al subdirector del Colegio Militar, Víctor Hernández Covarrubias, que los alumnos del plantel se prepararan para salir en uniforme de gala y con una dotación de cartuchos completa, para escoltarlo a la sede de gobierno.
“Jóvenes cadetes: unos cuantos malos mexicanos, militares y civiles se han sublevado esta madrugada contra mi gobierno. En estos momentos la situación ha sido dominada por el pundonoroso General Lauro Villar, Comandante de Guarnición y el Palacio Nacional, está en poder de las tropas leales, ustedes herederos de las puras y nobles tradiciones de lealtad a las instituciones legalmente constituidas, van a escoltarme, en columna de honor, hasta el Palacio Nacional, para demostrar al pueblo capitalino, que hemos triunfado derrotando a los infidentes y desleales…”
La marcha inició al centro de la capital, primero por Paseo de la Reforma, hasta llegar a San Francisco y Plateros (hoy Francisco I. Madero). Una parte de los alumnos avanzó por lo que hoy es 5 de Mayo y otro contingente por 16 de Septiembre.
Los jóvenes cadetes continuaron el avance al Zócalo, donde el general Villar, quien luego fue sustituido por el general Victoriano Huerta, informó que la situación se encontraba bajo control. Madero continuó su avance escoltado por los alumnos del Colegio Militar y la gente que se unió a la marcha.
Los alumnos permanecieron en guardia durante tres días, hasta que les ordenaron retirarse al Castillo de Chapultepec. El 17 de febrero, Madero y el vicepresidente José María Pino Suárez fueron capturados y obligados a firmar su renuncia.
