Algunos parecen estar acostados, otros más, sentaditos, pero sin duda todo el pan de conejo que se elabora en Chiautla, Estado de México, tiene algo en común: su delicioso sabor a guayaba que cada Día de Muertos llega a los altares, para recordar a los que se adelantaron.

El conejo es muy representativo, por ejemplo, en las culturas prehispánicas, la Luna es representada por un conejo, yo me imagino que por eso se asocia, vamos a decir, el culto a los muertos con lo de un conejo.

Héctor Orlando Corona es un panadero de Chiautla, el municipio que mantiene viva la tradición de honrar a los difuntos con el pan de conejo, pieza de la gastronomía mexicana que solamente hornean en el oriente del Estado de México.

Aunque no hay un dato preciso sobre cuándo y por qué surgió esta singular variedad del pan de muerto, lo cierto es que las familias mexiquenses lo esperan con ansias cada año, para saborearlo y colocarlo en las ofrendas, como muestra del cariño que se mantiene vivo por los que ya fallecieron.

¿Qué hace diferente al pan de conejo del tradicional pan de muerto?

La textura y la forma son cruciales en el pan de conejo, ya que representan la imaginación de los mexicanos para crear una pieza tan original, porque si algo distingue a la panadería nacional es la riqueza de opciones que encontramos en los anaqueles.

“La textura es muy diferente, por ejemplo a un pan esponjado, la textura es más rústica, no es con un refinado que se le da mucho a la masa, aparentemente tiene que ser rústico el pan, esa es la terminación que se le da”, explicó Héctor Orlando Corona a Fuerza Informativa Azteca (FIA).

En cuanto al sabor, es guayaba el más tradicional, pero hay panaderías y familias que lo preparan con un toque de nata, nuez, naranja o canela. Otros sabores, como el anís, se perdieron con el paso de los años.

Lo importante del pan de conejo es colocarlo en las ofrendas del Día de Muertos, para que los fieles difuntos se deleiten con su aroma y sabor, y después, cuando pasen las celebraciones, regalarlo a los compadres como una especie de calaverita.

“Aquí se acostumbra a llevarle al compadre lo que ellos le nombran la mentada calaverita, que por ejemplo ya cuando recogen su ofrenda ya le llevan una canastita que el pan, todo lo que su ofrenda se lo ponen y se lo llevan al compadre, aquí todavía lo acostumbra así”, explicó Héctor Orlando.

Conejos: una creación gastronómica de alma mexiquense

La receta de los conejos para el Día de Muertos solamente podemos encontrarla en el Estado de México, los municipios que se encargan de darle vida a estos singulares panes son Chiautla, Papalotla, Tepetlaoxtoc, Chiconcuac y Atenco.

En el municipio de Chiautla existe un pueblo llamado Tepetitlán, considerado como la cuna del pan de feria, pero que previo al 1 y 2 de noviembre, enciende los hornos para ofrecer a los comensales el famoso pan de conejo.

Este pequeño pueblo se ubica en las faldas de un cerro muy conocido en la zona, porque a la distancia se distingue un texto que alguien plasmó entre su tierra y sus árboles: “Promesas”.

Lo que prometen los panaderos de Chiautla y sus alrededores es mantener viva esta tradición de honrar a los difuntos a través de una receta que exalta a la panadería mexicana.

El Día de Muertos se espera con ansias cada año, para colocar ofrendas con los alimentos favoritos de los que partieron, se ponen velas para iluminar su camino y cempasúchil para darle color al reencuentro, entre los vivos que hornean pan y las ánimas que los cuidan desde el más allá.