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Día de Muertos: Esto dice la leyenda del colibrí que no pudo vivir sin su cempasúchil

La leyenda del cempasúchil es la razón por la que asociamos la flor como el camino que guía a nuestros seres queridos cada Día de Muertos.

La leyenda del cempasúchil, en el contexto del Día de Muertos, está inspirada en el amor
La leyenda habla del Dios del sol|Reuters
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Durante la temporada de Día de Muertos, se cuentan leyendas como “La Llorona”, “El Charro Negro” y “Del Mictlán”, ya que son referencias que construyen el imaginario cultural de la población mexicana. Sin embargo, se nos olvida que este país también se guía por su lado apasionado y romántico; evidencia de ello es la leyenda de la flor de cempasúchil.

Esta flor, que colorea los campos mexicanos, posee diferentes nombres. En náhuatl es: Cempoalxóchitl, que significa “flor de veinte pétalos”. Pero también es conocida como: flor del muerto, cempoal o flor del niño.

Más que una flor es un instrumento cotidiano

Los mexicas la ocupaban para decorar altares y entierros, honrando a sus muertos. Incluso empolvaban la cara de los prisioneros para que “no sintieran” la muerte antes de un sacrificio.

Actualmente, también se utiliza como colorante natural para teñir prendas. Es alimento de aves y se llega a utilizar para dar un sabor especial a cervezas artesanales, nieves y pulque.

Florece la flor de muerto en los campos
De naranja se visten los campos|Fernando Morales. CIMMYT

La leyenda del colibrí que reconoció los colores del cempasúchil

Cuenta la leyenda que una niña llamada Xóchitl y un niño nombrado Huitzilin construyeron una amistad profunda desde que nacieron. Crecieron juntos, compartiendo su juventud con tanto cariño que en algún punto su afecto se transformó en el amor romántico de esas almas inconfundibles.

Ellos disponían su tiempo jugando entre los campos y guiando sus encuentros en escaladas al cerro para ofrecer ofrendas a Tonatiuh, el Dios del Sol. Ante él, se juraron amor eterno.

Tonatiuh, conmovido por el inmenso y puro amor entre la pareja azteca, les dio su bendición. Sin embargo, muy pronto la devoción que tenían ambos se puso a prueba cuando Huitzilin fue convocado para luchar en una guerra que se desató inesperadamente.

La añoranza que mantenía latiendo el corazón de Xóchitl le daba esperanza para volver a ver a su amado. Pero, la ilusión terminó por ser aplastada cuando llegó a sus oídos la noticia de que el joven había muerto en la batalla.

Decidida y aun con el corazón a medio sentir, Xóchitl subió a la montaña para rogar al Dios del Sol que le ayudara a reencontrarse con su enamorado. Tonatiuh, rendido ante el acto sincero de la joven, le concedió su petición. Aunque, no en la forma en que se habría imaginado.

Tonatiuh lanzó un rayo dorado sobre ella, Xóchitl se convirtió en una hermosa flor. De la tierra brotó el singular botón de tallo largo, que era ella.

Un día, un colibrí atraído por el aroma de aquella flor e iluminado color, se acercó y aproximó su pico para besar el dulzor de los pétalos de la planta. Esa flor inmediatamente se abrió, mostrando sus tonos naranjas y hojas varias. Era radiante como el Sol. Ambos se reconocieron.

La flor guía a los seres queridos
Los pétalos son el camino para encontrarnos con los nuestros |Isai Matus. Pexels.

La leyenda dice que el amor de Huitzilin y Xóchitl será eterno mientras existan flores de cempasúchil que sean buscadas por los colibríes.

El mismo anhelo que nosotros tenemos para que lleguen nuestros seres queridos a encontrarnos gracias al aroma y el pigmento del cempasúchil que colocamos en Día de Muertos.

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