La pelota es del tamaño de una toronja. Le han rociado gasolina y le han prendido fuego. Ahora tendrá que pasar de mano en mano sin dejarla caer porque así lo marca el ritual del juego de pelota o pok ta pok. Solo que a diferencia de los antiguos mayas, los integrantes son niños y adolescentes.
El juego de pelota en Mérida se practica en canchas de básquet o de futbol rápido, porque hay muy pocos espacios diseñados para jugarlo, y los que aún existen son lugares de exhibición resguardados por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Acompañado del equipo élite de Fuerza Informativa Azteca (FIA), integrado por Ricardo Ruiz, Esteban Sánchez y Vianney Rodríguez, acudí a una de las improvisadas canchas para conocer al equipo de juego de pelota que ha representado a México en Centro y Sudamérica. Son solo unos niños y niñas.
Niños honren a los ancestros mayas con el juego de pelota
Decoran su cuerpo con jeroglíficos de colores y maquillan su cara con diseños felinos o de aves. Cubren su cabeza con penachos hechos de piel o con cabezas de venado disecado.

Antes de iniciar el juego golpean con furia los tambores para anunciar el encuentro, mientras uno de ellos resopla con energía el caracol para provocar un sonido similar al de una chimenea de barco.
El juego comienza. Hay que ensartar la pelota en el aro, pero solo pueden usar la cadera. Ninguno puede tocar la pelota con sus manos.
Luego de una hora de entrevistas con algunos de los jugadores, hicimos escala para comer unos panuchos de cochinita, y reflexionamos. ¿A quién le importa que estos niños practiquen el juego de pelota? Me escribían en Twitter.

Debería importarnos a todos. Deberíamos de estar orgullosos de que nuestros niños honren a nuestros ancestros mayas.
Deberíamos promover aún más el juego de pelota y solicitar que se habiliten canchas para practicarlo, no solo en Mérida, sino en todo el país.
A fin de cuentas, siempre es mejor que un niño juegue con una pelota que con una pistola.