La historia de los refugiados data del siglo XIX, indios, españoles y gran parte de sudamericanos y centroamericanos han encontrado asilo en México; como siempre se les ha extendido los brazos al mundo.
Viajan familias enteras en situación vulnerable que huyen de su país de origen porque se sienten atacados, su vida corre peligro y sin embargo el lugar donde hicieron raíces no les ofrece protección.
Mexicanos reciben a refugiados con los brazos abiertos
Visité un albergue donde se veía la pobreza, cobijas colgadas para darle a cada familia un poco de privacidad. Se pueden ver todas las razas; haitianos, ucranianos y la mayoría de Centroamérica.
Todos traen una historia de persecución de su propio país, vienen con el semblante lleno de miedo, se ven cansados y qué decir de las historias desde una brasileña que no entiende español, pero intenta que la comprendan, hasta ucranianos que se sienten allí en paz después de huir de la guerra.
Increíble ver que el estado de los refugiados no conoce niveles sociales, existen desde aquellos que no tienen estudios hasta personas con carreras profesionales, pero ni ello les da la fuerza para salir con vida de su país.
Platicamos con una mujer que con lágrimas en los ojos recordaba el momento que la hizo huir de Honduras.
Historias desgarradores de los refugiados en México
Un día aventaron a su patio armas largas y una fuerte cantidad de droga guardada en pacas; ellos no sabían de qué se trataba, pero denunciaron los hechos y al cabo del tiempo resultó responsable un jefe de la policía.
Ahí comenzó la persecución, les dijeron que “por sapos pagarían”, así comenzaron las amenazas, las persecuciones y las ganas de venganza, porque el jefe de la policía terminó tras las rejas.
Una noche sin equipaje y sin nada salieron la pareja y sus hijos como pudieron llegaron a México pidiendo asilo y aquí permanecen escondidos.
Es la misma suerte que ha corrido otra familia de salvadoreños que conocí, pero ellos aún más traumático sin ser menos impactante, sentados ambos padres y su hijo de 13 años narraron el dolor al partir de su país.
Un día salió de casa la señora “L” y fue interceptada por pandilleros la violaron brutalmente y la golpearon hasta dejarla casi muerta, como pudo llego a casa no quiso denunciar, pero al saber los pandilleros que seguía con vida no pararon de hostigarla a ella y a su familia, solo que ahora los maras 18 querían llevarse a su hijo para unirlo a la pandilla.
Revelan la forma en la que un día los amedrentaron, los golpearon a punto de matarlos y al pedir apoyo a las autoridades, les recomendaron mejor salir del país por que El Salvador no le garantizaba seguridad.
Acudieron a ACNUR y ellos los desplazaron a Tabasco lugar donde las maras también llegaron hoy están en la Ciudad de México y también los han encontrado. Y se encuentran escondidos y tampoco han encontrado seguridad en nuestro país, así que seguirán buscando un mejor refugio.
El albergue donde viven muchos de estos refugiados es muy precario, se alimentan con lo básico y duermen en habitaciones compartidas donde las cobijas colgadas separan a las diferentes familias.
La Secretaría de Bienestar Social de la Ciudad de México los apoya con despensa y todo lo necesario para que estas organizaciones civiles les den un lugar donde pernoctar y pasar esos días, semanas o meses que pueden permanecer, en lo que su situación se arregla.
De acuerdo con cifras de la COMAR se presentaron en México más de 130 mil solicitudes de refugio, siendo un incremento muy importante con respecto a años anteriores.
Un refugiado en México automáticamente puede obtener la tarjeta o condición de residente permanente y esto le da la posibilidad de trabajar y después de un cierto tiempo, si el lo desea puede incluso hasta hacerse mexicano por naturalización.
Así la forma en la que México le da la mano a los refugiados.
