Entre historia y cambios radicales: Gentrificación en Santa María la Ribera

¿Es la gentrificación el precio del progreso? La respuesta sigue escribiéndose en cada cuadra del centenario barrio de Santa María la Ribera en la CDMX.

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Por: Arturo Engels

Con información de: Carolina Rocha

La transformación de Santa María la Ribera, conocido como el primer barrio moderno de la Ciudad de México, se ha convertido en la estampa más clara para explicar la gentrificación que avanza en la capital y hasta en otros estados del país.

Lo que alguna vez fue hogar de familias trabajadoras en ascenso, hoy es un imán para emprendedores, artistas y extranjeros que buscan espacios céntricos y repletos de historia, aunque a un costo que escala junto con las nuevas construcciones.

Vecinos que por décadas han vivido Santa María la Ribera, confiesan que no están en contra de los cambios, pero sí señalan los efectos negativos. “Vino a cambiar muchas cosas aquí. Por ejemplo, el desabasto de agua ya es considerable. Donde vivían 10, ahora caben 100 con las torres nuevas, pero la inversión pública no ha crecido al mismo ritmo”, comenta don Raúl, residente de toda la vida.

Este contraste es evidente al caminar por sus calles y encontrar casas del siglo XIX con fachadas protegidas por el INBA y que conviven con edificios modernos. La magia del barrio permite estar en un caserón de tres siglos y, a unos pasos, encontrar cafeterías, galerías y espacios culturales que antes no existían.

Sin embargo, no todo es idílico; Einar, un nuevo inquilino que renta una casa de más de 100 años, admite que la vida moderna tiene sus límites aquí: “No tengo estacionamiento, sufrimos con el agua, no hay guardia de seguridad... pero tenemos buen espacio y las mejores vistas desde la azotea”.

Santa María la Ribera vive en una dualidad

Mientras la inversión privada revitaliza la zona, la infraestructura pública queda rezagada; y es que en predios donde antes había 13 viviendas, ahora se levantan hasta 36 departamentos, saturando servicios básicos como agua y drenaje.

El fenómeno de la gentrificación también ha cruzado fronteras internas. La vecina colonia Atlampa, antaño marginada y temida, comienza a experimentar su propia transformación.

Aquí, las familias que han resistido décadas en viviendas deterioradas observan cómo llegan nuevos inquilinos y las rentas empiezan a subir. “Ya cruzó a la Tlampa, y se dice que será la nueva Santa María”, comenta una vecina que celebra las mejoras, pero teme el desplazamiento que suele acompañar a la gentrificación.

En el plan nacional urbano, Atlampa ya está marcada para pasar de zona industrial a habitacional, pero expertos advierten que no hay gentrificación sin mercado detrás, y ese mercado exige inversión pública que, en muchas zonas, va muy por detrás de la privada.

La historia de Santa María la Ribera es, al final, la historia de muchas colonias en CDMX, espacios con valor patrimonial que renacen para nuevos habitantes, pero que también enfrentan tensiones sociales, desabasto de servicios, además de una transformación que no siempre es inclusiva.

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