Adrián Herrera se formó de manera autodidacta. Se ganó el titulo de loco antes que el de chef, pero quienes probaron sus platillos supieron que estaban ante un artista. Y no se equivocaban. Antes de interesarse por la gastronomía, tuvo un taller de arte en el que hacía obras con réplicas de fósiles y pinturas rupestres.
Inspirado por los platillos que degustaba en sus viajes dentro de la República Mexicana y una biblioteca propia inmensa, comenzó a experimentar. Invitaba amistades todos los fines de semana y les servía un menú de degustación de alrededor de 10 platillos. Les pedía su opinión sincera y tomaba nota de todo.
Un carrito de tacos al que llamó El Chef Guevara fue su primer experimento público. Le siguió La Fonda San Francisco. Actualmente, tiene un restaurante llamado El Chef Herrera, donde ofrece creaciones propias basadas en la cocina mexicana.
Sus amigos lo bautizaron cómo “El loco Herrera”. Por esto, nombró el comedor de su restaurante como El manicomio.