En el corazón de Beverly Hills, un escenario poco común ha sacudido la tranquilidad de uno de los vecindarios más opulentos de Los Ángeles. El protagonista de esta historia es Morgan Gargiulo, quien ha emergido como figura central en un caso que ha captado la atención de la comunidad local y nacional. Todo comenzó cuando el hombre expuso públicamente un dudoso contrato que le otorgaba el derecho a residir en una impresionante mansión junto con otras tres personas, todas migrantes en busca de un techo sobre sus cabezas.
El contrato, presentado por él como evidencia de su derecho legal a la propiedad, ha generado un intenso escrutinio por parte de las autoridades locales y los medios de comunicación. Aunque Gargiulo insistió en la legitimidad del documento, las sospechas sobre su autenticidad han sido revelados tras una investigación que determinó el fraude y los detalles de su origen.
Te puede interesar: Estos son los mejores 10 rooftops de Los Ángeles para observar la ciudad
Tras Otis, así luce la casa de Acapulco que le perteneció a Luis Miguel
Usurpadores de lujo: ¿cómo era la mansión dónde se hospedaban los migrantes?
Gargiulo, una figura enigmática con raíces escocesas e italianas, fue quien protagonizó un inusual episodio al tomar posesión de una mansión que parecía haber esperado su momento de gloria, o de infamia, desde su construcción en 1999. Situada en la prestigiosa zona de Beverly Hills con el codiciado código postal 90210, en el número 1316 de Grove Place, esta propiedad de 5,875 pies cuadrados (550 metros cuadrados) era un símbolo de esplendor, con incluso un exclusivo espacio de estacionamiento para un Lamborghini.
Lo que alguna vez fue un refugio de privacidad se convirtió en el epicentro de una serie de fiestas que podrían rivalizar con las de Ibiza, todo bajo el dominio del europeo. Aunque la casa estaba en venta por 5 millones de dólares, en manos del agente inmobiliario John A. Woodward IV, pronto se convirtió en el escenario de eventos sin precedentes.
El 4 de septiembre del 2023, al caer la noche, la tranquila mansión se transformó en un hervidero de actividad. Gargiulo no solo ocupó la residencia, sino que también la inauguró con una fiesta que aún resuena en los recuerdos de los vecinos de Beverly Grove. Los invitados, que llegaban en una variedad de vehículos de lujo, dejaron una impresión duradera en la comunidad, que no esperaba tal nivel de bullicio y extravagancia en su tranquilo vecindario.
Según detalló New York Magazine, los DJ sets se realizaban cinco veces por semana en la mansión, con un pago de entrada voluntario que otorgaba acceso a diversas actividades, servicios y sustancias. Los vecinos, frustrados por no ser invitados y armados con ingenio, decidieron intervenir. Utilizando la tecnología como su herramienta principal, crearon un chat de vigilancia que se convirtió en el centro de operaciones para documentar y denunciar las transgresiones nocturnas.
Te puede interesar: 10 actividades gratis para disfrutar de Los Ángeles en abril
Sin embargo, la situación se complicaba con cada intento de restaurar la tranquilidad, ya que los vigilantes enfrentaban un enemigo formidable: las complejidades legales relacionadas con la propiedad y la ocupación. La mansión, con su fuente que parecía lamentar los días de gloria pasados, se encontraba en un limbo jurídico.
En el 2007, la propiedad cambió de manos cuando Damon Dash la vendió a Paul Turley por 3.6 millones de dólares. Sin embargo, el verdadero residente era Munir Uwaydah, un cirujano con raíces libanesas-americanas, cuya fortuna no provenía de la medicina, sino de una red de fraude relacionada con la facturación por procedimientos médicos no realizados.
En el 2015, Uwaydah y sus socios enfrentaron cargos por fraude de seguros en California, pero ya habían desaparecido. Este escándalo dejó una sombra legal sobre la propiedad, llevándola a estar bajo control judicial. Morgan Gargiulo apareció con un misterioso documento que afirmaba su derecho a estar en la mansión.
Mientras tanto, el agente inmobiliario Woodward se enfrentaba al desafío de vender una propiedad envuelta en polémica y encontrar una solución para desalojar a los ocupantes no autorizados, con la ayuda de los vecinos decididos a restaurar la paz en su comunidad. La historia, compartida con el Daily Mail, desencadenó una rápida acción judicial, llevando a un nuevo propietario y al desalojo inminente de los ocupantes de Beverly Hills.
Finalmente, el 26 de enero del 2024, la policía de Los Ángeles irrumpió en la mansión de Beverly Grove Place, poniendo fin a la fiesta de los migrantes. Detuvieron a los ocupantes y algunos invitados, sorprendidos por el giro inesperado de los acontecimientos. Casi un mes después, los acusados comparecieron juntos en los tribunales, recordando su derecho a un juicio por jurado y solicitando que la corte asumiera los costos asociados. Los vecinos, ansiosos por presenciar el desenlace, observaron atentamente mientras caía el telón sobre este peculiar episodio en Beverly Hills.
