En el vasto oeste de Texas se gesta un proyecto ambicioso que podría cambiar el futuro de la energía en el país. Se trata de la planta de captura de carbono más grande que Estados Unidos haya visto, una propuesta que promete transformar la forma en que se maneja el dióxido de carbono en la región. Pero este plan masivo no ha pasado desapercibido.
Los residentes del condado de Ector, donde se planea construir, están listos para expresar sus preocupaciones y opiniones. Esta semana, la Agencia de Protección Ambienta (EPA, por sus siglas en inglés) lleva a cabo una serie de reuniones públicas que podrían definir el rumbo del proyecto.
Algunos ven la posibilidad de avances ecológicos, mientras que otros temen los posibles impactos en su entorno y estilo de vida. ¿Cómo reaccionaron los vecinos ante la llegada de esta gigantesca instalación energética? Lo que suceda en esas reuniones será clave para el futuro del proyecto y del oeste texano.
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¿De qué se trata este nuevo proyecto en Texas?
El proyecto Stratos, liderado por Occidental Petroleum Corporation, tiene como meta capturar y almacenar más de 700,000 toneladas métricas de dióxido de carbono bajo tierra, a una profundidad de 4,400 pies (1,341 metros).
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La instalación estaría ubicada a unas 20 millas (32 km) al suroeste de Odessa, y sería la planta de captura de carbono más grande de todo el país. El innovador sistema tiene como objetivo reducir las emisiones contaminantes mediante la inyección de CO2 en tres pozos subterráneos.
De ser aprobado, representaría un paso clave en la lucha contra el cambio climático. Actualmente, está bajo revisión, y la decisión final podría llegar en los próximos 90 días, tras las audiencias públicas en el condado.
¿Qué opina la oposición sobre esta instalación energética en Texas?
Algunos grupos, como Commission Shift, han manifestado su preocupación por los riesgos que el proyecto representa para las fuentes de agua subterránea. Temen que el proceso de inyección de dióxido de carbono represente un riesgo para los acuíferos y creen que el plan debería ser revisado a fondo antes de aprobarse.
Además, hay quienes piensan que la tecnología utilizada no es la solución adecuada a largo plazo. Aunque se reconoce su potencial, algunos expertos destacan la necesidad de evaluar bien los peligros y de contar con medidas preventivas para evitar incidentes.
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Por último, los críticos insisten en que cualquier avance debe ir acompañado de un control riguroso para minimizar los riesgos. Quienes se oponen piden que se tome un enfoque más cuidadoso para asegurar que la comunidad y el entorno de Texas no sufra consecuencias negativas en el futuro.