Cansancio extremo, inflamación de articulaciones y fiebre sin causa aparente son los síntomas más comunes de esta enfermedad.
Su nombre significa lobo, esto debido a las erupciones que provoca en la cara de las personas que lo padecen, siendo las mujeres las que padecen el mayor número de casos.
Esta enfermedad se enmarca en el cuadro de padecimientos autoinmunes. Esto quiere decir que el sistema inmunológico produce anticuerpos en contra de sí mismo, y no atacan la enfermedad.
Así, esta enfermedad puede provocar severas afectaciones a órganos de suma importancia como el corazón y los pulmones de los pacientes, además de atacar agresivamente la piel.
El diagnóstico de esta enfermedad está condicionado a la manera en la que se manifestó el padecimiento, es decir, en primera instancia están los pacientes con signos notorios de la enfermedad, lo que hace inevitable su diagnóstico, y, por el contrario, existen casos de poca sintomatología en los que es realizar mayores estudios para detectar su presencia.
El desarrollo del lupus depende de diversos aspectos como: genéticos, ambientales y problemas en el sistema inmune.
El lupus no tiene cura en la actualidad, pero existen variadas técnicas terapéuticas que permiten un control adecuado de la enfermedad.
