La delincuencia se renueva a cada instante, y prueba de ello es el denominado “Pishing”, una modalidad de estafa cibernética en la que los criminales obtienen de manera fraudulenta información confidencial de datos personales y financieros de las victimas con la finalidad de robar su identidad y realizar estafas económicas.
Esta denominación deriva del idioma inglés “fishing”, que significa ‘pesca’, en insinuación al objetivo del phishing: pescar datos, de este modo la práctica alude a ver “quién muerde el anzuelo”.
Para lograr su cometido, el ladrón o “pisher”, suplanta la identidad de personas o instituciones a través de correos, mensajes y llamadas, que en un primer contacto parecen pertenecer a instituciones formales, pero que en realidad pertenecen a una red criminal.
Este tipo de enlaces fraudulentos suelen incluir un enlace que, al ser pulsado te remite a páginas falsificadas, que en su mayoría son idénticos a los portales institucionales de bancos y empresas, en los que el usuario confía e introduce sus datos personales y crediticios sin saber que está a punto de ser estafado.
En el país se ha incrementado de manera considerable este delito, sobre todo en la modalidad de correo electrónico a través de portales bancarios falsos en un 81 % en un año. De acuerdo a datos revelados por el Consejo Ciudadano de la Ciudad de México (CCCM), es mediante los celulares que un mayor número de personas han “mordido el anzuelo”
Este ataque puede ocurrir además a través de mensajes SMS, conocido como “shiming”, y de manera telefónica “vishing”, en los que la constante es la estafa mediante la usurpación de portales y conmutadores idénticos a los de establecimientos formales.
La forma más certera de protegerse de este tipo de ataques es no contestar de manera impulsiva o precipitada a mensajes, llamadas o correos recibidos sin antes haber corroborado la información con el personal certificado de dichos lugares