Antes de ser la estrella de reality show con gafas oscuras y paso lento, Ozzy Osbourne (John Michael Osbourne) ya era un ícono.
Corría la década de los 70 y el vocalista de Black Sabbath se robaba las miradas con su estilo rebelde, su melena oscura hasta los hombros y esa mezcla de misticismo y caos que lo convirtió en el llamado “Prince of Darkness”.
Y sí, hay fotos que lo prueban: guapo, misterioso y absolutamente magnético.
¿Cómo se veía Ozzy Osbourne en su juventud?
En sus veintes, Ozzy tenía un rostro más suave, pero con la misma intensidad en la mirada. Pelo largo y lacio, rasgos marcados, piel clara y una expresión entre inocente y siniestra.
Su presencia en el escenario ya era eléctrica: camisa abierta, cruz colgando del cuello, y ese aire de chico malo que no necesitaba forzarse.
En los conciertos de Black Sabbath —especialmente durante la era de álbumes como Paranoid (1970) o Master of Reality (1971)— Ozzy se movía como si cada nota lo poseyera.
La estética era 100 % setentera: pantalones acampanados, blusas psicodélicas y actitud de “no me importa nada”, aunque siempre cuidando su look de estrella.
¿Por qué se convirtió en leyenda el “Prince of Darkness”?
Ozzy no solo fue un cantante con estilo: fue un pionero del heavy metal. Su voz, capaz de sonar aguda, siniestra y poderosa, definió una era. En tiempos donde el rock ya era grande, él lo hizo más oscuro.
Con letras cargadas de crítica social, visiones apocalípticas y una energía visceral, rompió los moldes del género.
Además, su vida personal —llena de excesos, accidentes y momentos al borde— alimentó el mito. Fue expulsado de su propia banda, sobrevivió a sí mismo en más de una ocasión y volvió con aún más fuerza. De ahí que Ozzy no solo fue rockero famoso: es una leyenda del metal.
¿Cuándo y de qué murió Ozzy Osbourne?
Ozzy Osbourne falleció hoy, 22 de julio de 2025, a causa del párkinson que enfrentó durante años. El músico británico había hablado abiertamente sobre su diagnóstico, sus caídas y el desgaste físico que le impidieron seguir sobre los escenarios. A pesar de todo, nunca dejó de luchar ni de aferrarse a su identidad como artista.
Su muerte deja un hueco inmenso en la historia del rock, pero también una herencia musical que seguirá retumbando por generaciones. Como él mismo dijo alguna vez: “No soy un hombre normal, soy Ozzy, maldita sea”. Y lo fue, hasta el final.