En Ferrari huele a cambio. No es oficial, nadie lo dice abiertamente, pero dentro del paddock se siente una verdad incómoda: Lewis Hamilton no ha logrado encajar en su primera temporada con la Scuderia. El proyecto que prometía ser un renacer se convirtió en un rompecabezas sin resolver, y desde Italia ya empiezan a mirar más allá del 2026.
Y en medio de ese ambiente gris, un nombre empieza a repetirse en cada pasillo, en cada cabina de transmisión, en cada sobremesa del paddock: Oliver Bearman.
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El británico, con apenas un puñado de carreras en Haas, se ha convertido en el diamante que nadie esperaba. Un novato que venía cometiendo errores al inicio del año… y que hoy está corriendo como si llevara una década en Fórmula 1. Puntos consecutivos, actuaciones sólidas y una madurez que a sus 19 años empieza a incomodar a más de uno.
El plan histórico de Ferrari y la sombra que empieza a perseguir a Hamilton
Para entenderlo hay que recordar algo: Ferrari tiene un patrón, y no lo rompen por nadie.
Primero pulen a sus talentos en equipos cliente como Haas o Sauber… y cuando están listos, los suben al auto rojo. Así lo hicieron con Charles Leclerc. Así lo hicieron con otros antes. Y ahora, todo apunta a que Bearman es el siguiente en la fila.
Bear's signing off from Brazil 🇧🇷#HaasF1 #F1 #BrazilGP | @OllieBearman pic.twitter.com/UycWq7SvXQ
— MoneyGram Haas F1 Team (@HaasF1Team) November 9, 2025
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El joven británico no solo está superando a su compañero con naturalidad; está dejando atrás a pilotos más experimentados, mostrando temple, velocidad y cabeza fría. En México firmó un cuarto lugar de escándalo. En Brasil, un sexto impecable. No está esperando una oportunidad: la está exigiendo.
Del otro lado, Hamilton intenta cerrar puertas. Respondió con firmeza a los rumores, insinuando que su contrato se extiende más allá del 2026. Pero en la Fórmula 1, los contratos son papel. El rendimiento, ese sí, es dictadura pura.
Y Ferrari escucha. Observa. Evalúa.

