Un campamento ubicado en plena Ciudad de México alberga a decenas de familias que quedaron desamparadas por los estragos del sismo de 1985; entre casas con techos de lámina, pasillos repletos de tierra y huellas de incendios pasados, ya suman 40 años desde que sus peticiones no han sido atendidas.
Este lugar, ubicado al norte de la capital, en Lindavista, alcaldía Gustavo A. Madero, fue instalado con una finalidad, darle un refugio temporal a todas las personas damnificadas del barrio bravo de Tepito, Industrial, colonia Centro, entre otras, quienes perdieron sus hogares luego de la tragedia que sacudió al país.
Colector 13, el refugio que se volvió permanente y vive en el olvido
Cuatro décadas han pasado y ocho sexenios han conocido la situación de los habitantes del campamento de Colector 13, sin embargo, damnificados como Carlos García encontraron un hogar en lo que antes de su llegada fue utilizado para colocar los cuerpos de los caídos en aquella tragedia.
Carlos llegó a este predio con apenas 15 años de edad, desde entonces ha tenido que forjar su vida entre caminos de tierra y situaciones deplorables, fungiendo ahora como el representante de una comunidad que, a ojos de una ciudad que no se detiene, ha sido silenciada y no atendida.
“Ya se van a cumplir 40 años de que seguimos en donde el olvido está más que claro. Es un predio donde realmente se ve la pobreza, el olvido, y lo único que hay de valor aquí es el voto, pues cada campaña nos ofrecen, nos dan esperanzas y luego nos olvidan”, expresó Carlos.
Peligros que los acechan cada día
Pese a que este sitio perteneciente al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) fue habilitado en el año de 1986 con luz, drenaje y agua para 258 familias desamparadas, sigue siendo un peligro para quienes lo habitan y para las zonas aledañas.
Una serie de incendios ha sido la llamada de atención palpable para los gobiernos, pues en tres ocasiones estos siniestros le han arrebatado lo poco que tienen a los damnificados del sismo desde hace 40 años.
“Estamos en medio de una bomba. Cada incendio ha devastado cerca de 33 viviendas, debido a que tenemos una variación de luz muy fuerte. Estas cosas se pueden solucionar si el gobierno quisiera”, enfatizó García.
Sin embargo, otra de las preocupaciones para esta comunidad han sido los constantes llamados para ocupar el sitio, sin antes mostrar un plan adecuado para la reubicación de las decenas de familias que habitan el lugar.
“Tememos que lleguen con granaderos”, afirmaron los integrantes de esta comunidad.
Deudas impagables, una herencia de los gobiernos
La desaparición de Luz y Fuerza del Centro desembocó en una problemática para las autoridades, misma que terminó por salpicar a los habitantes del campamento de Colector 13.
De acuerdo con los habitantes, la Comisión Federal de Electricidad (CFE) ha cortado en distintas ocasiones el suministro de luz eléctrica, debido a la falta de pago por parte de la alcaldía Gustavo A. Madero.
Aseguran que se les está haciendo un cobro de luz que data desde 1985, que equivaldría a 10 millones de pesos para regularizar el uso de este servicio básico.
Pese a sus llamados para que autoridades de la GAM o CDMX se responsabilicen para sobrellevar este gasto, ellos aseguran que “se han hecho a un lado” y dicen que la deuda no es para ellos.
Su símbolo de esperanza entre las desgracias del día a día
Con el paso de los años, los damnificados que habitan en este campamento se han visto orillados a tener que desenvolver su vida en este sitio que recién cumple con lo necesario para sostener a un individuo y difícilmente para una familia.
Niños y jóvenes se han vuelto en la esperanza de los primeros pobladores del campamento de Colector 13, pues a pesar de las adversidades han visto en Carlos un ejemplo para no detenerse en sus estudios.
La juventud ve en la profesión de un abogado un área de oportunidad para que, como el líder de este campamento, tengan las armas suficientes para defenderse de gobiernos que buscan retirarlos del sitio sin un plan bien armado para su reubicación.
“No queremos nada de a gratis, sabemos que las cosas cuestan, pero no nos han dado una oportunidad de tener nuevamente un patrimonio”, expresó Carlos.
Un gobierno y una sociedad que los ha abandonado
Integrantes de esta comunidad aseguran que no solo las autoridades no han decidido darles una solución y los años continúan sin detenerse, pues a pesar de que muchos de ellos han encontrado su sustento en oficios, el conseguirlo es una prueba ardua.
“Decir que vienes del campamento es motivo de que no te den trabajo, solo porque eres pobre”, enfatizó María, una de las damnificadas.
En estos pasillos repletos de tierra y que cruzan por puertas invisibles que se reducen a un pedazo de tela que deja la lluvia pasar, se puede percibir algo, soledad e inacción de autoridades para brindar una solución eficiente para las decenas de personas que continúan viviendo la pesadilla que dejó detrás el sismo del 85.