Lo sé, soy una mala persona, pero me da mucho gusto cuando me entero de que “alguien” se defendió de los “hijos de la chingada” y la rata muere.
Eso fue lo que ocurrió hace 15 días, David fue al banco y retiró 80 mil pesos, trató de pasar desapercibido, de hecho, se subió a un taxi.
Al circular por calles de Iztapalapa, ese taxi fue interceptado, dos tipos asaltaron al chofer y a David.
Lo que nunca imaginaron esos “tales por cuales”, es que David iba armado.
David trabaja como guardia de seguridad y tiene permiso para portar arma, y sabe usarla.
David sacó su pistola y les disparó, una de las ratas huyó, la otra cayó, dos tiros dieron en el blanco.
David esperó a que llegaran los policías, les contó lo que había pasado, él lo sabía, de acuerdo con el protocolo, lo llevarían detenido solo para aclarar los hechos y las responsabilidades, tenían que asegurarle sus pertenencias, él las entregó, incluidos los 80 mil pesos.
David nunca imaginó la pesadilla que había comenzado. De víctima pasó a victimario porque se encontró con un juez injusto que consideró que había utilizado “exceso en la legitima defensa”.
Sí, chínguense esa... el juez le dijo a David que estaba acusado de homicidio porque el ratero que trató de asaltarlo y que ahora estaba muerto, no iba armado y que no se sabía si el prófugo cómplice llevaba pistola, entonces, ante la duda, David no tenía que haber sacado la pistola para defenderse, menos tenía que haberles no disparado.
No se ustedes, pero yo no lo puedo creer, eso significa que David tenía que entregar su dinero y quedarse cruzado de brazos, resulta que con la legítima defensa solo te puedes defender con lo mismo que trae el otro, manos contra manos, cuchillo contra cuchillo, pistola contra pistola, IN-CREÍ-BLE…
Tienes que esperarte a que el rata te dispare para disparar, si es que no caiste muerto.
Fueron dos semanas que David se quedó en el Reclusorio Oriente, hasta que un juez justo consideró que eso no era homicidio, era legitima defensa.
La historia de terror no acabó ahí, David ya había acusado que su dinero no aparecía, que se había defendido de los rateros, pero que se lo habían quedado los policías.
Eso no le gustó a la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México y ahora acusó a David de traer drogra el día del frustrado asalto.
David les contestó… “esa mariguana me la sembraron”, y todo indica que sí porque David, ya salió del reclusorio.
Así las historias que nos regala nuestro querido México… siempre del lado de los malos y buscando la forma de afectarle la vida a los ciudadanos que de alguna u otra manera tienen la forma de defenderse.