El Papa Francisco partió de Roma este miércoles 2 de agosto, comenzando una visita de cinco días a Portugal para asistir a la Jornada Mundial de la Juventud, un festival conocido como “el Woodstock católico”.
El papa Francisco aterrizó a las 9:45, hora local de este miércoles en a la Base Aérea de Figo Maduro, en Lisboa, tras casi tres horas de vuelo. El avión despegó del Aeropuerto Internacional de Roma/Fiumicino a las 8:00 horas
Antes de partir, Francisco, como ya es costumbre, saludó en su residencia en la Casa Santa Marta a un grupo de personas acompañadas por el cardenal Limosnero Konrad Krajewski. En total, se trataba de unas quince personas, entre ellas, un grupo de jóvenes, niñas y niños, que están viviendo un período en una comunidad de recuperación, y que por tanto no pueden participar en la JMJ y tres abuelos con sus nietos.
Inició la Jornada Mundial de la Juventud
El Papa Francisco partió hacia Lisboa, donde más de un millón de jóvenes de los cinco continentes ya le esperan desde hace días para celebrar con él la XXXVII Jornada Mundial de la Juventud, inaugurada ayer, 1 de agosto, en su 42º viaje apostólico, donde permanecerá hasta el domingo 6.
El papa Francisco viajó en un avión con cero impacto ambiental de CO2
El pontífice llegó al aeropuerto de Fiumicino a bordo de un pequeño automóvil negro y ha sido recibido por el alcalde de Fiumicino y otras autoridades locales. Allí, ha embarcado en el avión, un Airbus A320neo de Ita Airways con cero impacto ambiental de CO2, según ha informado el Vaticano.
Durante el viaje, en el que ha ido acompañado del séquito de periodistas de diarios internacionales y la tripulación, el papa ha sobrevolado el espacio aéreo de cuatro países: Italia, Francia, España y Portugal.
El papa Francisco saludó a los periodistas
En pleno vuelo, el papa Francisco se acercó a los representantes de los medios de comunicación y les dijo: “buenos días, muchas gracias por su compañía y por su trabajo. Ahora, trataré de saludarlos uno por uno. Gracias.”
Papa Francisco recibido por autoridades
El papa mantuvo un encuentro en la sala VIP del aeropuerto con el presidente de Portugal, Marcelo Rebelo de Sousa.
Luego se trasladó en automóvil al Palacio Nacional de Belém, residencia oficial del jefe de Estado, donde se realizó la ceremonia de bienvenida y visita de cortesía al mandatario, seguida del habitual encuentro con las autoridades políticas y religiosas, en el Centro Cultural de Belém.
Encuentro con eclesíasticos
Después del almuerzo, Francisco recibirá al presidente de la Asamblea de la República, Augusto Ernesto dos Santos Silva, y al primer ministro, António Costa. El último compromiso del día tendrá lugar en el Real Monasterio de Santa Maria di Belém para vísperas con el clero local.
La sombra del escándalo de abuso sexual de la Iglesia
También habrá un encuentro con miembros de la iglesia portuguesa en el que se espera una mención a la investigación que destapó 4,800 abusos a menores en los últimos 70 años.
Fuera del programa oficial, se ha anunciado una reunión de Francisco con un grupo de víctimas sobre la que no se han ofrecido detalles para proteger la privacidad de los participantes.
Visitará el Santuario de Nuestra Señora del Rosario de Fátima
Francisco también visitará Fátima, la ciudad al norte de Lisboa donde la Iglesia cree que la Virgen María se apareció a tres niños pastores pobres en 1917.
Esta es la segunda visita a Portugal del pontífice, de 86 años, que en 2017 estuvo en el santuario de Fátima.
En Lisboa, el peregrino brasileño, Vitor Goncalves, dijo que “es muy emotivo. Cada uno aquí llegó a su manera, con su propia historia, cada uno luchó por estar aquí y ver a todos estos jóvenes juntos es muy alentador”.
“Creo que es genial porque tenemos muchos jóvenes y vivimos la misma experiencia al mismo tiempo”, externó la peregrina colombiana, Maria Rei.
Algunos portugueses han criticado los costos del evento en uno de los países más pobres de Europa Occidental, donde millones de personas tienen dificultades para llegar a fin de mes debido a los bajos salarios, la inflación y la crisis inmobiliaria.
El gobierno local de Lisboa ha rechazado las acusaciones de partidos políticos y grupos de defensa de los derechos de que está retirando de las calles de la ciudad a las personas que viven en las calles.